El abandono ha convertido al edificio del viejo Estadio Insular en un refugio para okupas y en una despensa para desvalijadores que aprovechan la falta de vigilancia y que las cerraduras de varias puertas están reventadas para colarse en su interior sin ningún problema.

Varios vecinos de los alrededores dieron la voz de alarma esta semana al denunciar que habían visto a algunas personas entrar irregularmente en el Estadio para dormir allí. Algunos de esos vecinos con los que contactó este periódico, y que prefieren no identificarse, aseguran que los moradores del Estadio son okupas, jóvenes sin techo y que se buscan la vida tocando por las calles, pero no indigentes o drogadictos. Esos mismos vecinos revelan que su vía de entrada ilegal al Estadio es la puerta forzada de la vieja imprenta que ocupa uno de los locales bajo la grada Naciente, en la calle Pío XII. A pesar de todo, los vecinos reconocen no haber escuchado ruidos molestos del interior del Estadio ni haber sido molestados por los okupas.

Según A. M., un desvalijador que encontró este periódico hace unos días con una bolsa llena de cobre en la mano, los okupas no duermen en el mismo Estadio sino en las antiguas oficinas que se ubicaban bajo la grada Naciente, aisladas del resto del recinto. A. M. reconoce que acude al edificio abandonado siempre que puede a "recoger" cables para extraer el cobre y venderlo. "Tengo 48 años, llevo un año en el paro y lo poco que saco aquí me sirve para pagarle el colegio al chiquillo", dijo este hombre que asegura que tiene su casa y no duerme allí.

Este periódico logró entrar hace unos días al viejo recinto deportivo y comprobó el abandono y la desolación en la que va cayendo el Estadio a falta de la esperada intervención del Cabildo para convertirlo en un gran parque con aparcamiento y zonas verdes. Como aseguró A.M., el edificio ha sido desvalijado casi por completo. Ha desaparecido casi totalmente el cableado del recinto, muchos sanitarios de los baños así como las tuberías de plomo, los hierros de las antiguas vallas y muebles que pertenecieron a la UD Las Palmas.

Entrando por la Puerta 0, una de las que están reventadas, se accede en pocos pasos a lo que fue el campo de juego, ahora convertido en un erial en el que crece la maleza. Sobre el campo hay restos de las gradas, porterías, extintores y hasta balones desinflados. Las gradas ofrecen también un espectáculo de total abandono sin los asientos de plástico y llenos de basura. En uno de los vomitorios se observa, incluso una pila de objetos como discos, juguetes o libros acumulados allí seguramente por alguna persona que los saca de la basura.