El 'caso del kárate' pudo haberse destapado 15 años antes. Hubiera bastado con que la queja de una menor de 12 años traspasara el cerco de miedo que impuso en su escuela de kárate Fernando Torres Baena, el principal imputado en la trama de abusos sexuales a menores que investiga el Juzgado de Instrucción número 7 de Las Palmas de Gran Canaria. "Mamá, no quiero ir más al gimnasio porque en Vargas pasan cosas raras".

La menor se refería al primer y único fin de semana que pasó en el chalé de Torres Baena. "Me obligó a mantener relaciones sexuales completas y me puse a llorar, pero Fernando me dijo que no le contara nada a nadie porque le podía hacer daño a mi hermana. Ella estaba en clases de kárate y tenía cinco años". Eso ocurrió un sábado en la vivienda de Playa de Vargas, donde Fernando organizaba las concentraciones con sus alumnos. Al día siguiente, cuando regresó a su hogar, le dijo a su madre que "no quería volver más al gimnasio". Iba a clases de baile.

La queja causó su efecto, porque ninguna de las dos hermanas volvieron a poner un pie en la escuela. De hecho, la progenitora notó a su hija "rara" y le pidió explicaciones a la monitora de danza, que se reunió con un "grupo de madres" y el propio Torres Baena. La respuesta de éste desactivó la alarma y logró silenciar los presuntos abusos durante todos estos años. "Si no confías en mí por los rumores de unos niños, mejor será que te marches del gimnasio."

La niña que sufrió los abusos también estuvo callada estos 15 años. Fue su ex profesora quien la llamó y le dijo que viera las noticias. "En ese momento me hundí y me armé de valor para contarle a mi madre todo lo que había pasado", testificó la víctima. Dice que calló tanto tiempo por "vergüenza y miedo a Fernando". Entonces sólo contó que no le gustaba la escuela porque pasaban cosas malas.