No hay nadie capaz de doblegar el poder del gallo Pancho. Un pequeño, pero ruidoso, grupo de defensores del regreso de la popular ave junto a la Casa Fataga, de donde fue literalmente expulsada por el Ayuntamiento, que incluía al pintor Pepe Dámaso, la cantante Mary Sánchez y el diseñador Tino Montenegro, se dejó caer ayer por el parque Santa Catalina para exigir el regreso del animal, del que ya sólo queda su escultura.

Ataviados con gorros encarnados a modo de crestas, el pequeño, pero aguerrido -por lo conocido de sus rostros- colectivo desafió a la lluvia y al fresquete atípico del mayo capitalino y se lanzó a reivindicar el regreso del gallo Pancho a su corral.

La concurrencia también contó con la significativa presencia de Feluco Marrero, portavoz del colectivo Independiente de los guagüeros, ya que uno de los argumentos usados por el Ayuntamiento para requisar el gallo fueron supuestas advertencias de los conductores de un peligro de accidente en la parada del parque. Aunque no fueran muchos los manifestantes, al menos consiguieron reunir unas 400 firmas de apoyo para exigir su regreso.

Un respaldo popular que toma anchura en la red social Facebook, donde hasta última hora de la tarde de ayer sumaban 748 apoyos por una sola opinión en contra, "sin foto y me imagino de quién", apuntaba con retintín Ana, defensora del regreso de Pancho a su sitio natural.

"Es que es un icono del parque, hasta una turista de los cruceros que llegaron la semana pasada al Puerto preguntó por él, porque su marido lo había conocido hacía un año". Y es que el gallo más popular de la ciudad llevaba dos años, "desde que era un pollito", afirma Ana, viviendo en el huerto junto a la Casa Fataga.

El Ayuntamiento acepta que el animal sea adoptado, pero se niega a que vuelva al parque. Pero sus entusiastas seguidores no dan un paso atrás: que Pancho regrese ya.