Una, dos, tres, cuatro, cinco, seis patadas. Dos en la cabeza, mortales. Así falleció Iván Robaina, de 19 años, en plena madrugada del 7 de diciembre de 2008, mientras charlaba con un grupo de amigos en la calle Franchy Roca de la capital grancanaria. El juicio contra los supuestos verdugos comienza mañana ante un jurado popular. La expectación es máxima en la Audiencia Provincial de Las Palmas, pero también en el seno de la sociedad canaria, porque la muerte del joven universitario se ha convertido en un crimen que remueve conciencias.

El eco de la agresión aún resuena en los pasillos de la Facultad de Traducción e Interpretación. Allí estudiaba Iván, por eso le han puesto su nombre a una de las aulas. Sus padres también crearon una plataforma cívica, y miles de personas se concentraron en la Fuente Luminosa para condenar la violencia callejera. Sus amigos encendieron velas contra el olvido en el aniversario de su muerte.

Y así, entre homenajes y movimientos sociales, han pasado casi dos años hasta el día del juicio. En el banquillo se sentarán Oliverio Hernández Guillén, Benjamín González Alonso y Acaymo Santana Travieso. Los tres están acusados de un delito de asesinato con alevosía. El primero, como presunto cooperador necesario del crimen. Los otros dos, como supuestos autores materiales de los hechos.

Y es que, según las conclusiones provisionales del fiscal y de la acusación particular, ejercida por José María Palomino, los tres procesados desplegaron una "acción conjunta y complementaria tendente a causar la muerte del joven brutalmente agredido". En otras palabras: golpearon a Iván Robaina mientras estaba indefenso en el suelo y a sabiendas de que podían matarlo. El fiscal Demetrio Pintado solicita 18 años de cárcel para cada uno de ellos, al tiempo que Palomino reclama la pena máxima: 20 años de prisión.

Según ambas acusaciones, las patadas fueron "brutales, repentinas e inopinadas". Todo sucedió bajo los soportales de la Consejería de Hacienda del Gobierno de Canarias, en las confluencias de las calles Franchy Roca y 29 de abril. Oliverio Hernández se acercó a los seis amigos de Iván para pedirles dinero. Éstos eludieron el enfrentamiento de forma "pacífica", pero Oliverio encajó mal la negativa de uno de ellos. Así que cruzó la calle y volvió con Benjamín González y Acaymo Santana para darles un "escarmiento".

Letrado y fiscal añaden que fue Oliverio el primero en golpear a Iván. Le propinó una patada muy fuerte en el "muslo o costado izquierdo", aprovechando su "distracción, confianza e imposibilidad de reacción defensiva", tanto que perdió el equilibrio y cayó aturdido, pues se hallaba de espaldas y en ese momento el conflicto parecía haberse resuelto. Luego Acaymo y Benjamín lo patearon en la cabeza mientras llegaban en carrera. La víctima falleció de una parada cardiorrespiratoria en la misma acera, producto de las lesiones traumáticas sufridas en la parte posterior del cráneo, la mandíbula y la fractura de las vértebras cervicales.

Eso sostienen las acusaciones, porque las defensas niegan que los tres actuaran conjuntamente para asesinar a Iván. Los abogados de Benjamín y Oliverio admiten que éste pidió dinero al grupo de amigos, pero "aceptó de buen grado la negativa a dárselo". Luego uno de ellos "menospreció" a Oliverio y le rodearon para agredirlo, instante en el que llegaron Benjamín y Acaymo para "ayudarle". Y agregan que la patada mortal fue propinada por un tercero: Isidro Bolaños, que es amigo de los procesados, estuvo inicialmente imputado e irá al juicio como testigo.

El letrado de Benjamín pide cuatro años de cárcel por un delito de lesiones y homicidio imprudente, aunque reclama la absolución al considerar que existe legítima defensa. Los otros abogados consideran que sus defendidos no cometieron ningún delito y piden su libertad.