N o era una buena estudiante pero tenía memoria y me esforzaba. ¿Quién iba a pensar entonces que llegaría a ser directora? Hoy, agradezco a mis maestros que no tiraran la toalla. Pueden proponerse cosas, y conseguirlas. Y el ejemplo lo tienen en sus padres". Noemi Padrón, directora del colegio Adán del Castillo, en el barrio de Tamaraceite, puso ayer este ejemplo ante sus compañeros, padres y autoridades municipales para enviar un mensaje a los más de 300 escolares de Infantil y Primaria que estudian este año en el centro: los sueños se atrapan, si se persiguen con empeño. Y, como muestra, el propio Adán del Castillo, que tras varios meses de incertidumbre, volvió a abrir sus puertas este curso escolar gracias al empeño de los padres y de los vecinos del barrio tras un cierre inmediato por problemas en su infraestructura. Ayer, el colegio era una fiesta.

"Emocionados y muy felices porque la unión de los padres y [la concejal] Nardy [Barrios] ha hecho posible que el centro se haya vuelto abrir otra vez", señalaba Clari Sánchez, cámara de fotos en mano y madre de un escolar de ocho años.

La historia del Adán del Castillo comienza el 3 de marzo. Varias grietas en la estructura obligan a la Consejería de Educación a cerrar el centro. Los 302 escolares son trasladados al CEIP Valencia mientras el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria decide qué hacer con el edificio.

El anuncio del cierre urgente se vivió de distinta forma. Pablo, de quinto de Primaria, lo explicó de este modo a la concurrencia. "Al principio, cuando nos dijeron que el cole se cerraba nos alegramos. Pensábamos que eran vacaciones. Pero la alegría duró poco. Nos íbamos al Valencia. Pensábamos que nuestros profesores no estarían, pero nos tranquilizamos cuando los vimos. Algunos teníamos que caminar mucho para ir al centro. Parecíamos fantasmas y nos enviábamos cartas para saber cómo estábamos".

El fantasma del cierre del IES José Saramago y del CEIP San Roque -también por problemas en sus infraestructuras- planeó en ese momento sobre las familias y los vecinos. Nadie quería que se cerrase el colegio y se propusieron batallar y movilizarse hasta lograr su reapertura.

Los padres contaron con el apoyo de la entonces edil de Fomento, Nardy Barrios, quien se comprometió -si los informes lo permitían- a reformar el edificio. Tras varios meses de tiras y aflojas, de promesas y desconfianzas, el Consistorio reforzó el techo y los muros.

Un grupo de escolares -entre ellos uno disfrazado de Nardy Barrios, con peluca roja incluida- representó con un toque de humor los tiras y aflojas que vivieron los padres con el Ayuntamiento. "Me vais a volver loca mis niños. Os voy a arreglar el colegio, pero no hay dinero, no hay dinero", decía el doble de Barrios mientras ésta reía desde la butaca.

La obra costó al erario municipal 200.000 euros y el pasado mes de septiembre el colegio abría de nuevo sus puertas aunque ya no está todo el antiguo equipo educativo. De esa experiencia todos han aprendido. Inmaculada Vázquez, madre de dos niños, cree que con "mucho esfuerzo" las cosas se consiguen. Pablo, en nombre de sus compañeros, afirma que aprendieron a convivir, respetar y competir. Ayer, dieron las gracias al Valencia pero "ya estamos en casa".