Aún se les notan las ojeras. "No dormíamos ni dos horas al día". Enrique y Ricardo Viera llevan poco más de 24 horas en la Isla y se agarran a las paredes de sus casas porque el sentido de la estabilidad aún les falla. "Fueron 24 días en el barco y en constante movimiento, así estamos todavía", afirma Enrique. Los dos hermanos, junto a Nino Valle y Nicolás Díaz, descansan ya en la Isla después de conseguir su mejor victoria, concluir sanos y salvo la regata ARC con el Winner, un velero que se ha hecho muy popular en el océano virtual de internet gracias a las crónicas diarias del cuaderno de bitácora que publicaban en laprovincia.es.

"Es muy duro, el meneo del barco, los ruidos de todo tipo, los golpes de las olas, no había forma de dormir", relata Ricardo. "El único que dormía era Nicolás, se pasó todo el viaje durmiendo", ríe Enrique en alusión a su otro compañero de viaje.

Ricardo y Enrique volvieron ayer al Muelle Deportivo, el lugar del que partieron el pasado 21 de noviembre. No volvieron a ver tierra hasta el 16 de diciembre. "Llegas a desesperarte un poco", reconoce Enrique, "un día estaba tan harto de tanto bandazo que amenacé con coger unas tijeras y rajar las velas".

Pero los momentos duros vinieron con los temporales y una tormenta que lanzó hacia el Winner olas de cinco metros de altura. "Hubo una ola que atravesó el barco y lo mojó todo, ése fue el momento en el que pensé, ¿quién me habrá mandado a mí apuntarme a esto?", dice Ricardo, conocido por su buena mano con la cocina. "No es para tanto, pero pude hacer dos paellas en medio del temporal", dice, "eso sí, con los bandazos es bastante desagradable cocinar porque los olores son tan fuertes que te llegas a provocar".

Otra penuria añadida fue la rotura de una pieza del timón que les tuvo sin gobierno y dando vueltas en círculo durante dos horas en medio de un temporal de viento. "Tuvimos que amarrarnos con los arneses, la verdad es que fueron los peores momentos", señala Enrique.

Pero no todo fueron penurias, el compañerismo, el buen humor y el avistamiento de todo tipo de peces y muchas ballenas les reconfortó en su soledad en medio del Atlántico. También quedan las anécdotas. La madre de los hermanos Viera se aficionó a seguir por la web de la ARC el trayecto de sus hijos en un mapa virtual y los llamó asustada al barco. "No se le ocurre otra que decirnos que giráramos, que nos estábamos yendo mucho al sur y que Santa Lucía estaba a la izquierda", rememora entre risas Enrique.

Todos los tripulantes del Winner celebran la vuelta a casa pero lo que sí lamenta Enrique de su hogar es la falta de apoyo institucional al deporte de la navegación en las Islas en comparación con el Caribe. "Allá, cientos de personas viven de esto y aquí se nos castiga con falta de marinas y con unos impuestos de escándalo, deberían pensar que un barco no es un lujo sino una posibilidad de negocio".