- ¿Cómo lleva su jubilación, echa de menos la dirección del tráfico de esta ciudad?

- Sí. Estoy un poco desorientado. Todavía no sé muy bien a qué dedicar el tiempo. Yo soy como los burritos, no he hecho más que trabajar toda mi vida. Empecé a trabajar en 1966, pero entré en el Ayuntamiento en 1976. Mi primer trabajo fue hacer todo el replanteo de los solares donde ahora está Mercalaspalmas. Luego me ofrecieron entrar en Tráfico y yo no tenía ni idea de eso. Empecé como técnico y en 1993 asumí la jefatura y ahí he estado hasta la jubilación.

- ¿Cómo ha cambiado el tráfico de la ciudad en los últimos 30 años?

- Muchísimo. Me han tocado todos los grandes cambios de tráfico en la ciudad, desde la segunda fase de la implantación del sentido único en las calles (antiguamente todas eran de doble sentido). Luego me tocaron las grandes obras, los tramos VI y VII, la construcción de los grandes colectores para el desagüe de la ciudad. Todo eso nos cortaba la ciudad en dos y había que reordenar el tráfico. Fue realmente traumático, pero, una vez que se realizaron, en la ciudad se empezó a circular, incluso antes de la circunvalación, bastante mejor. Recuerdo que en la época del alcalde Jesús Pérez Alonso él decía que el principal problema de la ciudad era el tráfico, el segundo la limpieza y el tercero el agua. Años después, el tráfico pasó a ocupar un cuarto o quinto lugar porque experimentó un cambio impresionante.

- ¿Se puede decir que el tráfico es mejor ahora que en los 90?

- La ciudad continuó creciendo y el tráfico se siguió complicando hasta la apertura de la circunvalación, que supuso una mejora bastante sustancial. En el tráfico hay que estar actuando continuamente. En los años 70, el tráfico de la ciudad era un caos. En la actualidad está muchísimo mejor. Salvo en las horas punta, está bastante bien. Muy pocas ciudades tienen un tráfico tan fluido como ésta. En esta ciudad no se ven atascos de kilómetros como en Valencia, salvo que ocurra un accidente. Yo me acuerdo, cuando las olas saltaban a la avenida. Cuando se colocaron los tetrápodos, se desvió el tráfico por Rafael Cabrera y las colas para entrar a la ciudad llegaban hasta La Garita.

- Usted llegó a la jefatura después del cese del anterior jefe a consecuencia del caos que se montó en la apertura de Las Arenas, ¿lo recuerda?

- Cuando se inauguró el centro Las Arenas, coincidió con las obras del acceso por el Norte; no estaban todavía los túneles. Todo el mundo quería ir a Las Arenas. Fue cesado por eso y por otras cosas, porque eso ocurre siempre que abren un centro comercial. Recientemente pasó lo mismo con El Mirador. No se le puede echar la culpa a Tráfico. Si metes 4.000 coches de golpe en un viario, se generan problemas. Es igual que cuando hay un partido de fútbol.

- El punto más problemático que hay ahora es el tramo entre El Sebadal y Torre Las Palmas. ¿Qué solución plantea?

- Antes el tráfico tenía dos vías para salir del Puerto, por la Avenida Marítima y la calle Albareda y otra salida muy importante hacia el norte por Franchy Roca. Se hizo la avenida sin los estudios correspondientes para resolver el problema. Yo creo que la solución tiene que pasar por una obra grande, como un puente desde el Puerto hasta la avenida. Si no se planifica el tráfico, mal solución puede haber.

- ¿Y cómo dirigían el tráfico cuando no había cámaras?

- No sólo sin cámaras. Antiguamente los semáforos no estaban conectados. En los años setenta se pusieron los primeros semáforos con mandos electrónicos. En 1989, se centralizaron los semáforos y se conectaron todos. Pero toda la transmisión de datos se hacía a través de cables de cobre, de forma que, cuando se oxidaba, provocaba la distorsión de las órdenes y los semáforos se desconectaban. Yo impulsé la sustitución de los cables por fibra óptica. Hoy tenemos una red por toda la ciudad. Las cámaras permiten hacer planes de tráfico por toda la ciudad y lo más importante es que, si se avería un semáforo, lo sabemos de inmediato. Importante ha sido también la sustitución de los semáforos por led. La factura ha pasado de 9.000 euros al año a 3.000 euros.

- ¿Qué papel ha jugado la instalación de los radares?

- A mitad de los 90, cuando se quitaron los semáforos los automóviles entraban en la Avenida Marítima como si fuera una autopista. Había muchos accidentes que, además del coste humano, generaban importantes problemas de tráfico porque colapsaban toda la ciudad. La instalación de las radares fue importantísima. Antes de los radares se producían entre 11 y 13 muertes al año. Al año siguiente el número de muertes fue cero. No ha habido más accidentes mortales hasta 2010, que ocurrió un atropello. Se redujeron drásticamente los accidentes. Ha sido una de las mejores medidas adoptadas.