Carnaval de Mar y Culturas, y de la lluvia que por fin hizo acto de presencia ayer de forma torrencial durante el recorrido de la Gran Cabalgata. Se llevaban varios días temiéndolas pero no fue hasta ayer que las nubes se vinieron de Carnaval para empapar a las cerca de 100.000 mascaritas que, a pie o en carroza, participaron activamente en el tradicional recorrido festivo que une La Isleta con el parque de San Telmo. Nada menos que 96 carrozas y coches engalanados que un año más volvierona convertir las calles del Puerto en una ratonera para coches y conductores por el bloqueo de las principales calles de acceso.

Enchumbadas por fuera, y también por dentro a base de cubatas, acabaron las mascaritas que llegaron a Triana que en su mayoría aguantaron estoicamente la incesante lluvia que a ratos recordaba a los grancanarios que aún estamos en invierno. La lluvia fue suficiente para obligar a suspender los conciertos previstos en el escenario del parque Santa Catalina, donde varios grupos tenían previsto amenizar a los presentes que esperaban el paso de las carrozas por delante del epicentro del Carnaval capitalino.

El paraguas fue ayer el complemento perfecto ayer de todo disfraz, ya fuera de emperador romano, como de soldado de Iraq o de soldado de la Guerra de las galaxias. Hasta la monarquía carnavalera tuvo que echar mano del recurrido paraguas. Así, la Reina del Carnaval, Laura Ojeda, tuvo que ir durante bastante rato con un ayudante que le sostenía el paraguas. Lo mismo les ocurrió a sus damas de honor y al Drag Queen nombrado la noche antes en el Parque, Juan Miguel Sosa alias Séregon, que harto de enchumbarse las plumas se bajó de la plataforma móvil que le trasnportaba nada más pasar el parque Santa Catalina donde las televisiones retransmitían el desfile.

Los paraguas se convirtieron en el amigo indispensable aunque a algunos jovencitos envalentonados no les importó echar 'pa'alante' con el torso desnudo y sólo cubiertos con un número pintado en la espalda. La lluvia llegó a ser bastante insistente a ratos. De hecho, el medidor pluvimétrico de la Aemet registró unas precipitaciones de 11 litros por metro cuadrado en la estación ubicada en Triana.

El mar fue el leit motiv de los disfraces lucidos ayer en la Cabalgata. Todo giraba en torno al mar y muy poco en torno a la cultura con la que el ayuntamiento apellidó el Carnaval este año. Sirenas, Néptunos, pescadores y marineros, muchos marineros, marineros hasta decir basta se vieron ayer en el desfile. De todos los tamaños y colores el look marinerito, alguno más sofisticado se colgó las medallas de almirante, era bastante monótono. Esa moda fue seguida casi a pie juntillas por las carrozas participantes aunque algunas optaron por dar un giro histórico a la temática marinera y salir a la calle con cuernos de vikingo.

Las que casi no salen en la cabalgata fueron las veintitantas mujeres del Real Club Náutico cuyo modisto les hizo la faena de no confeccionarles a tiempo los vestidos de sirenita por los que cada una había pagado 150 euros. Las quejas de estas carnavaleras se enjuagaron en parte al buscar una alternativa relacionada con el mar que no fue otra que reciclar el vestido de pirata de hace dos años. Y a la calle, que esto es Carnaval.

El estruendo de las discotecas ambulantes en que se han convertido las carrozas atrajó a los miles de adolescentes y veinteañeros que seguían a estas planchas con auténtica devoción bailonga. Abba, Shakira, Black Eyed Peas y otros reyes de la música dance se convirtieron en el guineo que acompañó a las carrozas por toda la ciudad. Con cuatro trapos comprados en el chino de la esquina y una bolsa con suministros de alcohol, la marea de jóvenes carnavaleros no dejó de bailar detrás de las carrozas agolpados unos contra otros, empujándose en algunos casos con algo de mal rollo, lo que espantaba a las mascaritas de siempre. Hay casos como el de la mascarita que nunca llegó a la Cabalgata y al que el coma etílico tumbó junto a la estación de guaguas de San Telmo a las seis y media de la tarde, como informó ayer la Cruz Roja. Pocos incidentes dignos de destacar registró la Cabalgata según las autoridades encargadas de la seguridad pese a la masiva ingesta de alcohol entre todas las mascaraitas participantes, grandes y pequeñas.

Desde Mogán

Al desfile no faltaron las mascaritas de toda la vida, como el Fidel Castro, los chicos del moco colgando o los soldados de juguete de color verde cuyo mérito era moverse con los pies unidos por una plataforma de gomespuma. "El Carnaval hay que disfrutarlo de cualquier manera y aunque llueva, los que se van porque llueve es que no disfrutan el carnaval de verdad". Romualdo Quevedo es un veterano de las cabalgatas y aunque es de Mogán, cada año que su trabajo se lo permite, se da el salto a la capital. "Y mañana me levanto a las seis para trabajar". Romualdo pasó de Mar y Culturas y eligió para el día de ayer un disfraz de bebé algo rechoncho. "Lo hice en un sólo día y a mano", cuenta, "el pañal lo hice con goamespuma y los complementos los compré en un chino".

El transcurso de la comitiva por una de las arterias del tráfico de la ciudad baja como es la calle León y Castillo dejó literalmente encerrados a decenas de conductores dentro de sus coches. En la calle La Naval, los incautos que olvidaron la Cabalgata se vieron una hora imposibilitados de poner el coche en marcha. Los más prácticos decidieron unirse a la fiesta momentáneamente como espectadores o echándose un cortado en el bar de la esquina. El colapso se extendió por la avenida marítima, Mesa y López, Juan XXIII, Carvajal y Bravo Murillo, un atasco que se alargó hasta pasada la una de la madrugada cuando la última carroza llegó por fin a Rafael Cabrera y se dio por finalizada la Cabalgata. Dos carrozas se averiaron por el camino y ni siquiera llegaron.