"Para salir de la crisis no hay nada como jugar a la ONCE". Juan Eloy Betancor Jiménez, vendedor de la Organización Nacional de Ciegos Españoles, animaba ayer a tentar a la suerte desde la esquina de la calle Triana con la Carretera del Centro, donde el miércoles repartió 210.000 euros con un cupón ordinario. Es la quinta vez que reparte fortuna con el sorteo diario del cupón que la organización tiene de lunes a jueves, aunque también ha dado otros premios de menor cuantía con el Rasca de 50 céntimos.

El premio recayó en el número 61.828, pero Juan no sabía quién podía ser el agraciado o agraciada ya que tiene clientela "habitual y de paso" de todas las edades y condiciones sociales. Aunque reconoce que hay mucho pensionista entre ellos. "Lo normal es que vengan después de varios días y nos digan que les ha tocado", recalcaba su compañera Antonia.

"Para que luego diga la gente que no toca nada en la ONCE. Como yo les digo, no le toca a usted pero eso no quiere decir que no toque", señalaba Juan, contento por haber repartido de nuevo la suerte en la capital.

Juan Eloy, de 53 años, era agricultor y maquinista pero tuvo que dejarlo todo hace diez años cuando tras una agresión perdió la vista. "Gracias a la ONCE me estoy ganando un sueldo y no me siento abandonado", explicaba agradecido por la labor que la organización realiza entre la gente que como él ha perdido la visión. En la actualidad, 22.000 personas son vendedores de la ONCE.

Cada día, Juan viene desde el barrio de Jinámar, donde vive, con su perro labrador Eros en la guagua de Global hasta Triana o a la calle que le indique la organización para vender sus cupones. "En la ONCE es todo tan sencillo, todo está tan bien programado que no hay ninguna dificultad", cuenta sobre cómo fue el aprendizaje de volver a desenvolverse en la vida sin el sentido de la vista. "Primero el bastón, luego el perro guía. Me enseñaron a distinguir las monedas por el tacto", relata.

Dificultad con el Braille

La única dificultad que ha encontrado hasta el momento es leer en Braille, el sistema de comunicación basado en puntos que utilizan los ciegos. "Sé el abecedario, pero cuando se empiezan a juntar las letras es como una pedrera", dice bromeando. "El sistema está en no deprimirse y tomárselo todo en positivo. Si te lo tomas negativamente no puedes hacer nada", añade con optimismo.