De austeridad, nada. O casi nada. El gobierno municipal del alcalde Jerónimo Saavedra no logra frenar la sangría de gastos corrientes menos de un año después de poner en marcha un plan de austeridad marcado por las exigencias de moderación del Estado, a su vez presionado por la Unión Europea. Mientras se ejecutó la bajada de sueldos del personal municipal, y también de los concejales y los cargos de confianza, ahorrando tres millones de euros, el capítulo de bienes y servicios sigue imparable y apenas baja de 84 millones de euros anuales.

El Ayuntamiento gastó en 2010, el año en que se puso en marcha el plan de austeridad (en el mes de mayo se aprobó la bajada de sueldos de los ediles y un mes después llegó el decreto del Gobierno de España para hacer lo propio con los funcionarios), casi 84 millones de euros en bienes y servicios, apenas 700.000 euros menos que el ejercicio anterior, cuando no se había tomado una sola medida de ahorro. "Es que no hay margen de maniobra", explica Benito Cabrera, director de gobierno de Hacienda y Economía. "Si bajamos este capítulo significaría menos dinero para las empresas que trabajan para nosotros en la limpieza o los jardines, y por lo tanto más paro porque éstas tendrían que despedir trabajadores".

Es el argumento más sostenido por él y el propio alcalde frente a quien les critique por seguir gastando lo mismo en tiempos de crisis. Pero entre los funcionarios y otros trabajadores municipales que cobran una media del 5% menos desde hace casi un año, no se entiende esa tesis. Y tampoco, faltaría más, la comparte la oposición municipal. Ángel Sabroso, concejal del PP que aspira a serlo del próximo gobierno municipal si su partido logra ganar las elecciones el 22 de mayo, niega que el presupuesto esté tan encorsetado como para no ahorrar más. "No puede suceder que el ayuntamiento más importante de Canarias terminara 2010 con una morosidad en sus pagos superior a 139 millones de euros, es decir, gastos comprometidos para los que tenía disponibilidad presupuestaria". En su opinión, habría que "modificar las prioridades presupuestarias, terminar con el déficit, devolver la estabilidad a las cuentas municipales y basar la ejecución del presupuesto en el rigor y la transparencia".

"No es tan fácil"

Pero la actual mayoría municipal insiste en que apretarse el cinturón no es coser y cantar. "No es tan fácil recortar, y eso que nosotros lo hemos hecho centralizando los gastos de oficina, salvo áreas como la Alcaldía o Urbanismo, sobre todo esta última, que precisa materiales más específicos", apura Benito Cabrera.

El responsable de la Hacienda local recuerda que hay cuatro capítulos del presupuesto que generan gasto: personal, donde se rebajaron los salarios; bienes y servicios corrientes, que prácticamente no se ha tocado "por el poco margen de maniobra"; el gasto financiero, lastrado por los intereses de demora; y las transferencias corrientes, con los intereses a los bancos y la amortización de los créditos.