El escultor Martín Chirino no oculta su deseo de que al menos su gran espiral, de unos cinco metros de altura, no se marche el 15 de julio -fecha en la que está prevista el cierre de la exposición-, sino que se mantenga permanentemente en el corazón de la ciudad.

Esta escultura que, iba a medir 10 metros de alto y finalmente se quedó en la mitad, podía verse en una rotonda en la entrada de Barranco Seco hasta este momento, pero que el escultor asegura que "parece creada para Triana". Chirino propone que se mantenga la ubicación actual y la creación de "una pequeña plaza a la entrada de Triana presidida por la escultura porque esta es realmente la puerta principal".