El túnel Julio Luengo, en Las Palmas de Gran Canaria, está a punto de cumplir la mayoría de edad. Y a sus casi 18 años no satisface todas las normativas de seguridad vigentes, además de quedar casi obsoleto frente a los túneles de La Laja o la Ballena. El Ayuntamiento admite que en estos momentos no existe presupuesto suficiente para hacer realidad las medidas que mejoren la seguridad en el interior, como un sistema automático de corte de tráfico en las bocas de la infraestructura, mediante semáforos y barreras de cerramiento, en caso de incendio, o un procedimiento informático que detecte las incidencias de forma automática e inmediata.

Según el Ayuntamiento, los avances en medidas de control que se deberían ir dando pasan por la instalación de semáforos y barreras de cerramiento en los accesos, así como un sistema informático de detección de incidencias internas que detecte de forma automática posibles accidentes de vehículos. "La coyuntura económica actual puede hacer que la instalación de estos sistemas se programen por etapas y que no se puedan realizar estas inversiones con la celeridad que nos gustaría, pero la idea es seguir mejorando la seguridad del túnel", explica el concejal de Seguridad, Ángel Sabroso.

Entre otras cosas, el Ayuntamiento apuesta por especializar aún más a los miembros del cuerpo de bomberos de la ciudad, actualizando los protocolos de intervención y fortaleciendo la coordinación y colaboración con el Cabildo de Gran Canaria.

En diciembre del año 1993 se inauguraba el primer túnel urbano de la capital grancanaria, que une Alcaravaneras con Guanarteme y la carretera del Norte bajo el barrio de La Minilla. Aquella obra se concibió como un mejor sistema de comunicación entre los dos litorales de la ciudad, pero nació sin resolver el complicado nudo de tráfico de Torre Las Palmas. Más de una década antes, el Ayuntamiento había rechazado una propuesta del Gobierno de Canarias para hacer una trompeta -enlace viario similar al de Bravo Murillo con la avenida marítima- porque suponía suprimir la mitad de la playa.

Punto de inflexión

En 1999 se abrió al tráfico el subterráneo de La Laja, y fue la primera ocasión en la que se demostró que la seguridad del Julio Luengo quedaba desfasada. En ese momento se estudió llevar a cabo ciertos cambios en su seguridad. Varios accidentes en diferentes túneles de Europa, como el de Mont-Blanc en 1999 en el que murieron 39 personas, aceleraron la revisión de la normativa internacional en seguridad de los túneles en servicio.

En 2003, a raíz de los tapones que se formaban en la entrada por Las Alcaravaneras al túnel, el Ayuntamiento decidió limitar el tráfico de acceso por la calle León y Castillo a taxis y guaguas. Pero la medida se revocó en 2007 por embotellamiento que se formaba día tras día en ese tramo de León y Castillo.

La última transformación que sufre el Luengo se llevó a cabo en 2006, con la implantación de un circuito cerrado de imágenes que se controlan desde la sala de control de tráfico y desde el parque de bomberos de la Isleta. Pero hacen falta más medidas.