Andrés Martín estaba presente, sin perder ripio y muy contento de lo que acontecía ayer por la mañana en el paseo de la calle Eustasio Quevedo, en el Barranquillo Don Zoilo. Entre la algarabía de medios de comunicación y políticos se encontraban varios vecinos de la zona que llevaban "muchos años esperando a que esto ocurriera". Por fin iban a derribar una chabola que impide la culminación de un paseo que va desde la curva donde se encuentra la Cooperativa de Taxistas, hasta el principio de la calle Eustasio Quevedo.

Hace más de 20 años que esas chabolas se asentaron en una zona con buenas vistas, accesible y en el centro de la ciudad. "Nunca han molestado a nadie", aseguraban los presentes, pero lo que sí es cierto es que no han hecho posible aumentar la accesibilidad de la zona con la continuación de un paseo que hace muchos años quedó a medias y hoy sigue igual.

Mientras contemplaban cómo los operarios limpiaban la zona para pasar a la demolición, los vecinos comentaban en corrillo. "Ahora podremos cargar la compra sin pensar en las vueltas que hay que dar", decía una señora, a lo que le contestaba Andrés Martín que una de las mejores cosas era que potenciarían las zonas verdes y que el barrio lo necesitaba mucho.

Los vecinos, entre los que se encontraba también Matías Dávila, presidente de la asociación de vecinos del Barranquillo, aplaudieron la prontitud con la que la concejala de Urbanismo, María del Carmen Hernández Bento, ha resuelto "el problema". Aún quedan varios puntos calientes, entre los que destaca la puesta en marcha del ascensor del puente de Obispo Romo, pero, entusiasmados por la rapidez con la que se ha gestionado el asunto, se lanzaron a pedir a Bento cuestiones como la eliminación de una barandilla que impide el paso a una vía pública al otro lado del barranco.