La piqueta entró ayer en las Cuarenta Casas de Guanarteme. Los promotores de la actuación urbanística derribaron tras años de trámites una de las dos hileras de viviendas situadas entre las calles Cid y Pelayo, separadas por un callejón. Mientras, las ocho familias de la segunda manzana afectada que viven en régimen de alquiler y que no han aceptado un acuerdo con los propietarios se mostraban inquietas, al entender que existe un incumplimiento de los acuerdos alcanzados en el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria.

La prolongación de Juan Manuel Durán hacia la calle República Dominicana permanece abierta al tráfico. A escasos metros, los escombros de una parte de las antiguas viviendas sociales. Y, en medio, separadas de las anteriores por un paseo peatonal, el último grupo de casas convertidas en una auténtica isla, porque sus inquilinos se resisten a abandonarlas. Esta es la imagen que presenta ahora la zona conocida como las Cuarenta viviendas de Guanarteme.

Los trabajos de demolición del primer núcleo de casas se desarrolló durante el día de ayer, primero con la fachada de los inmuebles que dan a la calle Cid y a continuación en Pelayo.

La empresa promotora, Lucas Promociones, cuenta desde finales de 2009 con los permisos del Ayuntamiento para levantar un edificio de ocho plantas y un ático. Pero, para ello, debía llegar a un acuerdo con los inquilinos. La mayor parte aceptó las condiciones, pero todavía hay ocho familias que siguen exigiendo su realojo en la zona. La mayoría de ellas, personas mayores y con varios hijos, según uno de los afectados, Antonio García, quien recordaba ayer que el Ayuntamiento había aceptado una mayor altura en los nuevos edificios, precisamente, para darles respuesta a su situación.

Antonio García apuntaba que hace algunas semanas se volvieron a sentar con la promotora, pero que no habían alcanzado un acuerdo. Y que, recientemente, se había metido una persona en una de las casas del bloque de viviendas derribadas ayer, por lo cual tuvo que intervenir la Policía Local.

Mientras, otras personas afectadas miraban con preocupación desde sus ventanas los trabajos.