Con tibia satisfacción. Así recibieron ayer empresarios, hosteleros y vecinos la intención del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria de revitalizar turísticamente el Puerto con más terrazas, más aceras en las calles Luis Morote y Tenerife, y actividades lúdicas, una iniciativa que algunos tacharon de "simple parche". Profesionales y vecinos de la zona reclaman una actuación de mayor envergadura para que el área turística de la capital vuelva a ser un polo de atracción para los visitantes.

"Es una iniciativa que debería haberse tomado hace mucho tiempo porque esta zona siempre ha estado abandonada", aseguró Ogadenia Marrero, propietaria del hotel Cristina. "De todas formas, a estas calles hay que revitalizarlas tanto de día como de noche porque cuando cae la noche la apariencia de desolación e inseguridad es enorme", señaló la empresaria hostelera, para quien de nada vale esta nueva inversión municipal si antes no se renueva o se cambia de raíz el aspecto de muchos bazares de ropa o electrónica en calles como Albareda o Sagasta que llevan prácticamente igual desde los años 70. "Lo que hace falta es una campaña para que la ciudad sea declarada municipio turístico y recibir las ayudas para la rehabilitación como en el Sur, todo lo demás es parchear", dijo.

"Siempre y cuando se haga con cabeza, bienvenidas sean estas mejoras, pero espero que las peatonalizaciones no entorpezcan aún más el acceso a algunos hoteles", señala Ibrahim García, director del NH Imperial Playa. García echa en falta otro tipo de iniciativas. "Faltan señales, tenemos que ponernos a la altura de otras ciudades de la Península en las que los hoteles están perfectamente indicados".

Por su parte, Antonio Ramos, gerente del Mercado del Puerto, uno de los focos de atracción previstos en el nuevo plan del Ayuntamiento, apuesta decididamente por esta iniciativa. "Hay espacio y hay empresas interesadas en montar pequeños restaurantes en el mercado, por eso apoyamos esta iniciativa", afirmó Ramos. "Sólo echamos de menos que se mejoren fachadas, señales o accesos desde el muelle".

Los vecinos de Santa Catalina y La Isleta lo ven desde otro prisma. "Nos tememos que tanta peatonalización afecte a Albareda, que es el principal acceso a La Isleta, y creen un embudo", apuntó Saturnino Martínez, presidente de El Real de Las Palmas. "Agrandar aceras es quitar un problema para crear otro porque con tanta terraza es casi imposible pasear por el barrio", dijo Mary Lola León, de la asociación Istmo de Santa Catalina.