Hace 14 años, Víctor M. M., el joven discapacitado que fue rechazado del hogar funcional Adepsi el día en que debía soplar las velas de su dieciocho cumpleaños, inició su historia itinerante dentro del sistema de acogida de la Dirección General del Menor del Gobierno de Canarias. Su madre ya no podía hacerse cargo de sus necesidades.

La mujer que le había dado la vida sufría un grave problema de alcoholismo y vivía en la indigencia. No podía atender al pequeño Víctor ni darle los cuidados especiales que requería su discapacidad psíquica del 65%. Y así fue como se convirtió en uno de esos pequeños en situación de desamparo que tutela el Gobierno canario.

Los centros de acogida de menores se convirtieron en su hogar hasta que se acercó la fecha de hacerse mayor; de cumplir los 18 años que le impiden seguir viviendo en esos hogares.

El último en el que residió fue el Harimaguada. Allí vivió el pasado año tras denunciar supuestos abusos sexuales cometidos por otro menor en su anterior centro de los que, aseguran fuentes de la fiscalía, no se conoce investigación.

Un fin de semana loco

El fin de semana previo a cumplir 18 años, Víctor asumía que su nueva casa sería el hogar funcional Adepsi, un lugar al que deseaba ir por el buen número de actividades y trabajos que en él se realizaban, aseguran fuentes de la investigación.

El viernes 14 de octubre, el director del centro Harimaguada se puso en contacto con Adepsi para coordinar el traslado, pero allí se negaron a su acogida por ser todavía un menor y ellos tener un centro para mayores con discapacidad.

La Fiscalía de Menores, que vio en ese momento cómo el chico no tenía donde quedarse, ordenó su ingreso en algún centro del Gobierno de Canarias, y recaló en el Centro de Acogida Inmediata (CAI) de Tafira hasta el lunes, día en que cumplió los 18 años y acudió a Adepsi.

El joven, que no entendió por qué no le devolvieron a su anterior centro, llegó a pensar que su nuevo hogar era ese y escapó en una huida que le condujo de nuevo al Harimaguada. Sus responsables no tuvieron más remedio que devolverlo al CAI de Tafira, donde pasó su última noche con 17 años. Un día después, además de su edad, otra cosa cambió.

El 17 de octubre Víctor ya no se encontraba bajo la custodia del Gobierno de Canarias, que se encarga de los menores en situación de desamparo, sino del Cabildo de Gran Canaria, competente sobre la situación de las personas mayores con discapacidad a través del Instituto de Atención Social y Sociosanitaria (IASS).

Los responsables del área de Menores del Cabildo de Gran Canaria, lo llevaron al hogar funcional de Adepsi, donde, delante del chico, se inició una discusión que comenzó con los primeros trámites en julio, y en la que Víctor vio que allí no le iban a acoger.

La responsable del centro esgrimió lo mismo que hizo en julio cuando le notificaron que el joven iba a formar parte de Adepsi: que no se podían hacer cargo de él por no contar con los recursos necesarios para tratar a una persona con discapacidad como la suya y por no ser un hogar funcional los 365 días del año ya que cerraban varios fines de semana.

Las idas y venidas que se produjeron entonces, encaminadas a solventar la situación del joven, fueron infructuosas. A las dos de la madrugada, el muchacho estaba sedado tras sufrir varios ataques de ansiedad y los responsables del Cabildo en el Juzgado de Guardia, donde la juez imputó un presunto delito de abandono de menores a la dirección de Adepsi y ordenó el ingreso cautelar del chico en el centro que lo había rechazado.

Víctor, sin embargo, deberá cambiar de centro por tercera vez en once días. Adepsi comunicó a la Fiscalía que este fin de semana cierra y aún no se ha decidido dónde dormirá hoy.