La mendicidad en las calles de la capital se ha multiplicado casi por tres en los últimos dos años, según datos oficiosos de la Policía Local. Otras organizaciones que atienden a personas necesitadas en la ciudad aseguran que la mendicidad se ha disparado en la ciudad desde hace dos años, cuando empezaron a vivirse las secuelas más duras de la crisis. Y coinciden todos en que no sólo piden los toxicómanos habituales, ahora hay padres y madres de familia que también mendigan una ayuda a la puerta de un supermercado o de una tienda de comidas preparadas.

La crisis ha llevado a la ruina y a pasar hambre a cientos de familias de la capital y el hambre hace que la vergüenza pase a un segundo plano y el que hasta hace un año iba de chaqueta y corbata por la calle ahora se gane unos euros de aparcacoches. Tanto el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria como la Policía Local y las organizaciones caritativas Cáritas y la Obra Social de Desarrollo y Acogida coinciden en señalar que en las calles de la ciudad se vive una nueva mendicidad, la de las personas con estudios, bien preparadas pero sin trabajo y sin prestaciones sociales con las que comer cada día.

El Ayuntamiento, mucho más cauto, reconoce que sus Servicios Sociales han atendido hasta el mes de octubre a 214 personas sin techo en la ciudad, 200 varones y 14 mujeres, y que la variación con respecto al comienzo de la crisis, en 2009, es de apenas 15 personas más. Cáritas, sin embargo, recoge en su memoria de actividades de 2010 que atendió a 760 personas sin hogar en la capital. Desde el gobierno local se asegura que la cifra de 214 sin techo es la que manejan sus servicios sociales pero, sin ánimo de polemizar, reconoce que puede haber más personas con necesidades que están fuera de su control.

Por su parte, fuentes de la Policía Local aseguran haber detectado en el último año y medio una mayor afluencia de "pedigüeños" en las calles. Aunque siguen abundando los toxicómanos y alcohólicos que no tienen casa, a ellos se ha unido un numeroso grupo de parados de larga duración que se han quedado sin prestación. Éstos suelen pedir ayuda en los supermercados y centros comerciales, o se emplean como aparcacoches por unos euros. Los agentes sí destacan que estos nuevos mendigos no suelen adoptar el rol más habitual de estas personas como es sentarse en el suelo con la mano extendida o abordar a los viandantes. Sí han detectado las fuentes que muchos se acercan a los ciudadanos reclamando una ayuda con alguna excusa como una avería en el coche o la falta de dinero para una guagua.

Por su parte, las ONG implicadas en la atención social también señalan que ha vuelto a aflorar la costumbre de pedir puerta a puerta, un hábito que solían usar los mendigos antiguamente y que prácticamente desapareció de la capital hace más de 20 años.

Ayuntamiento y ONG coinciden en que cada vez con más frecuencia se detecta a personas que nunca habían pasado penalidades hasta hace un año o menos. Entre los 214 sin techo atendidos este año se ha descubierto a un número significativo de personas con un nivel medio alto de cultura y educación que se acercan por primera vez a los servicios sociales municipales. Cáritas también cuenta entre sus atendidos con este sector de la población que de pronto se encuentra sin recursos. "Es gente normalizada, con familia y vivienda, que no pide en la calle, pero que acude a las parroquias para comer o llevarles algo a sus hijos", asegura Elena Henríquez, coordinadora de Desarrollo Institucional de esta organización caritativa.

Para la Obra Social de Acogi-da y Desarrollo lo peor está por venir. "El verdadero alcance de la crisis se verá a los cinco años de su comienzo, así que en dos años habrá mucha más gente sin recursos tirada por la calle", augura Jesús Barriga, director de la Obra.