Alos pocos días de empezar a pintar se nos acercaron varios vecinos de Guanarteme y nos dijeron que dónde estaba ese muro había vivido hace años el tal Yinclán, que había sido submarinista y que tenía obsesión por un pulpo, y como nosotros habíamos dibujado, sin saberlo, un submarinista y un pulpo, decidimos dedicarle el mural a él", dice el grafitero Fabrizio Vittorini. El mural ocupa una pared de unos diez metros de largo por casi dos de alto y en una de las esquinas se lee "R.I.P. Manolo Jinklá".

Los veteranos de la Cícer, al ver la dedicatoria en el mural, estos últimos días han recordado la estampa de Manolo Yinclán, aquel pibe alto, fuertote y de enorme cabellera de rizos rubios que cabalgaba sobre las olas con una tabla comprada a un turista norteamericano en la época del Catalina Park. "Era un personaje muy peculiar, de buen porte y muy buena gente, yo me crié con él en Guanarteme", asegura Miguel Ortega, responsable de la tienda Orca Surf Shop, y compañero de olas de Yinclán. "El mote se lo pusimos en el barrio porque le gustaba correr con los coches y un día tuvo un accidente con el del padre, por eso empezamos a llamarle Jim Clark, como el corredor de Fórmula 1 que se hizo famoso en los años 60, luego el nombrete degeneró y se quedó en Yinclán".

Miguel Ortega, al que en los ambientes surferos se le conoce como el California, ya no coge olas pero recuerda perfectamente sus inicios junto al fallecido. "Empezamos viendo a los turistas que venían a finales de los 60 a coger olas cuando teníamos 12 ó 13 años, recuerdo que esperábamos en la orilla a que las olas tirasen al guiri y luego nosotros tomábamos las tablas prestadas y cogíamos alguna ola en lo que el dueño volvía a por ella", señala Ortega, "todo era nuevo entonces y él siempre iba a coger la ola más grande".

Como recoge el surfero Tino Armas en su web miplayadelascanteras.com, Yinclán no sólo se dedicó a coger olas sino que estudió Bellas Artes, trabajó en plataformas petrolíferas y fue submarinista profesional. "Pero a Manolo se le recordará, sobre todo, por su calidad humana, por ser amigo de sus amigos y por su valentía y arrojo en los principios de surf en nuestra isla, y, más concretamente, en la bahía del Confital [...] Su figura característica, nadando hacia la ola con su fiel perro tras él, ha sido una de las imágenes iconos de los comienzos del surf en nuestra playa", recoge la web de Armas. Después de una existencia vivida "a toda velocidad", según la web, Yinclán falleció hace más de 15 años, cuando su oasis de tranquilidad de la Cícer empezaba a ser cercado por constructoras y por los tractores que ampliaban el paseo de Las Canteras hasta la zona del Auditorio.