La culpa volvió a ser de los hijos. La última palabra que por derecho tienen los acusados fue una vuelta a la primera jornada del juicio, cuando Francisco Nicolás Romero Henríquez culpó a sus hijos del asesinato que él mismo confesó haber cometido.

A sus hijos los acusa de ser consumidores de drogas, de maltratar a su madre, de ser unos abusadores y de ser, en definitivas cuentas, la causa de que su ex mujer acabase tendida sobre un charco de sangre en el asfalto del aparcamiento del centro comercial Carrefour de Hoya de la Plata y él empuñase el cuchillo que acabó con ella.

"Mi mujer, para mí, fue lo único que tuve", comenzó su asesino confeso en el uso de la última palabra. "¿Y qué tengo?", se preguntó. "Mis hijos le han dado a ella malos tratos durante toda la vida, yo estaba trabajando desde las siete y media hasta las seis y media y ellos abusaron de ella siendo drogadictos".

Fue la escena final de un juicio dantesco que ha sido mediatizado por las acciones del propio acusado. Ayer, poco antes de concluir, se tiró al suelo como si se hubiese quedado dormido o estuviese afectado por alguna enfermedad desconocida. Fue el último acto que dirigió al Tribunal del Jurado tras fingir un intento de suicidio en la prisión anteayer -los forenses dejaron bien claro que las pastillas que se tomó sólo le pudieron afectar como a una persona que se toma dos calmantes- o lanzar amenazas de muerte contra fiscal y abogados como ejemplos de su habla cotidiana y las interrupciones realizadas durante la declaración de uno de sus hijos. Eso, y la serie de movimientos convulsos que ha realizado cada día con la cabeza, los largos suspiros que ha soltado y las lágrimas que luego no le enrojecían el rostro.

En una interlocución de casi diez minutos de duración, Francisco, además de repetir la que había sido su declaración el primer día del juicio, realizó una reflexión sobre la falta de valores en la familia de la sociedad actual y la necesidad de darle una educación a los jóvenes. También quiso contextualizar su intento de suicidio: "Si yo ayer hice lo que hice, fue por las cuatro declaraciones: tres de mis hijos y una de mi sobrino", declaró. "Yo me quería marchar de aquí porque sabía lo que iban a decir", expuso.

Tras concluir, quedó el juicio visto para sentencia y el jurado, después de recibir el objeto del veredicto, comenzó a deliberar.