Juan José Cardona está decidido a convertirse en el alcalde que propició el reencuentro de la ciudad con el mar y para ello tiene dos objetivos: primero, enterrar la Avenida Marítima, solucionando de paso el problema de tráfico más grave que sufre Las Palmas de Gran Canaria; y segundo, abrir un gran debate sobre futuros usos del espacio público que se gane. Por eso ha iniciado ya algunos contactos extraoficiales para aglutinar en el proyecto a sectores portuarios e instituciones relacionadas con la tricontinentalidad del Archipiélago, como Casa África, y lo hará también con empresarios y arquitectos.

Cardona se propone transmitir su idea de rescatar el mar para los ciudadanos no sólo con su propuesta de soterrar la autovía o de promover un debate similar al que impulsó la exalcaldesa Pepa Luzardo con La Gran Marina, que acabó fracasando, sino también trasladando los beneficios de ese proyecto a sectores económicos relacionados con el transporte marítimo, las mercancías y las relaciones con África.

Los primeros encuentros extraoficiales ya se han mantenido, pero el alcalde no quiere desvelar a quién se ha dirigido. Pero sí se apunta que a corto plazo, quizá en cuestión de semanas, Cardona pretende oficializar algunas reuniones sectoriales en las que estarían presentes instituciones portuarias, como la Zona Franca o la Zona Especial Canaria; administraciones públicas como el Cabildo de Gran Canaria y el Gobierno de Canarias, y organismos del ámbito exterior como Casa África.

"Juan José Cardona quiere hacer de la reapertura de la ciudad al mar lo que Jerónimo Saavedra hizo con la cultura", explican en el entorno del regidor capitalino. Por eso ha asumido la recuperación del frente marítimo, no sólo en la franja del istmo, que tanta polémica generó hace siete años, sino retomando la idea del arquitecto Joan Busquets, consensuada por todas las administraciones y fuerzas políticas, para el reencuentro de las dos orillas del barranco Guiniguada, soterrando también allí la Avenida Marítima.

Arquitectos y empresarios

"No quiero cometer errores y hay que ir despacio", confesó hace unos días a este periódico el propio Cardona. Por eso también baraja incluir en su nómina de consultas, primero a título informal y, quizá poco después de Navidad, en un encuentro más amplio y totalmente oficial, a los profesionales de la arquitectura y a un amplio espectro del empresariado local.

Cardona no obvia que precisamente por esos dos colectivos se abrieron sendas fugas cuando Luzardo propuso La Gran Marina: el Colegio de Arquitectos impugnó el concurso de ideas y acabó ganando el pulso en Bruselas -aunque los tribunales les quitarían la razón cuando ya el proyecto estaba anulado y olvidado definitivamente-, y algunos sectores empresariales se mostraron molestos por la aparente selección de un grupo d cinco grandes inversores para las operaciones urbanísticas en el istmo, vía RIC.

Precisamente, la primera autoridad de la ciudad ya ha mantenido encuentros a título individual con arquitectos a los que ha consultado su iniciativa y ha podido encontrarse con el respaldo a su intención de recuperar el debate sobre la recuperación del frente marítimo como un referente para los ciudadanos.

Juan José Cardona se ha tomado este asunto, igual que ha ocurrido en los últimos días con la regasificadora, con tal ilusión que incluso ha sorprendido a miembros de su gobierno.