Con gritos de "¡Ya vienen los Reyes!" recibieron los más pequeños a Sus Majestades de Oriente que, tras recorrer más de 12.000 kilómetros, llegaban ayer a la capital grancanaria. Hubo mucha alegría y mucho cante, pero también alguna lagrimilla mezcla de la emoción y del nerviosismo. Hasta 150.000 personas, según la Policía Local, salieron a la calle para ver de cerca a Melchor, Gaspar y Baltasar en una cabalgata que transcurrió a un ritmo más acelerado de lo normal.

Entre los pequeños asistentes se encontraba Marta, de cuatro años, junto a sus primos Sergio y Jaime, de cinco y dos años, respectivamente. Pese a su corta edad, Marta se mostraba segura de que si uno no acude a la cabalgata, los Reyes no le traen regalos. "Tienes que venir a verlos para que te den lo que pides", decía Marta tímidamente, acompañada por su madre y su tía, que reconocían que los últimos días los nervios no la han dejado dormir de un tirón como acostumbra.

Como la mayoría de las niñas, Marta había pedido una Monster High, las muñecas con más éxito de estas navidades e hijas de monstruos famosos. También puso en la carta artículos de Hello Kitty y de Dora la Exploradora. Curiosamente todos los niños aseguraban que se habían portado "muy bien" todo el año y que se merecían "todo" lo que les pedían a los Reyes, aunque sus padres lo negaban al mismo tiempo con la cabeza.

Algunos niños aprovecharon para darle en la mano la carta a su rey favorito porque no se fiaban demasiado de la celeridad de Correos, como era el caso de Luis, de cinco años. "Se la quiero dar a Baltasar porque es el que más me gusta", comentaba a hombros de su padre.

Antes de la llegada de Melchor, Gaspar y Baltasar una docena de carrozas iba animando la espera con música infantil y otra más moderna, incluso con canciones de reggaeton. Parecía que la fiesta era para los mayores porque los padres cantaban y bailaban como si fueran críos. "Con la excusa de los nietos pasamos una tarde divertidísima", explicaba Raquel con sus dos nietos de tres y cinco años.

Enormes pájaros de vivos colores, animadores, bandas de música y gaiteros fueron las otras notas de alegría de la tarde. Por primera vez algunos pajes tuvieron la suerte de formar parte del pasacalle montados en las bicicletas del servicio Biciambiental del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, aunque el resto se tuvo que conformar con ir caminando. En total, fueron cerca de 500 los voluntarios que acudieron a la cabalgata, el mayor número desde que comenzó esta cita hace 61 años de la mano de la Casa de Galicia.

La lucha por los caramelos entre los más pequeños se tornaba en ocasiones más seria de lo normal. Iván, de seis años, llegó armado con una bolsa de plástico que no dejaba llegar a las golosinas al suelo. "No me van a traer carbón porque me he portado muy bien", respondía a las amenazas de su hermano mayor. Por si acaso, los Reyes además de un camión con los regalos traían un camello lleno de carbón para aquellos que realmente no se habían portado tan bien como decían.