Iria tenía tantas ganas de nacer que no dejó a su madre llegar al Materno. Isabel Morán, de 37 años, dio a luz el domingo a pocos metros del hospital, justo cuando puso un pie en el suelo para bajarse del coche. Varias personas que se encontraban allí en ese momento no lo dudaron y ayudaron a la mujer, que estaba en pleno parto. Segundos después aparecieron los sanitarios, que se llevaron rápidamente a la madre y a la pequeña dentro para comprobar su estado de salud.

Fue el padre, José María Cabal, quien sacó a la pequeña al ver asomar su cabeza, pero ambos aseguran que no hubieran podido llevarlo a cabo sin la ayuda de los familiares de los pacientes. "Me cogieron en volandas entre todos. Gracias a estas personas, todo salió bien y pude dar a luz sin problemas. Les estaré siempre agradecida", comenta Isabel, que ya tiene una hija, Noa, de tres años.

Ayer la pequeña de la casa dormía plácidamente en su cuna de la habitación del Materno, pero horas antes había sido la protagonista de un ajetreado día. A primera hora del domingo Isabel acudió al Materno preocupada porque "no sentía" a la niña, después de haber sufrido contracciones durante la noche. En el centro hospitalario la monitorizaron y certificaron que todo estaba en orden, por lo que la mandaron a casa. Allí empezaron lo que supuestamente eran las contracciones.

"Me dijeron que no volviera al hospital hasta que tuviera contracciones cada cinco minutos. Yo las tenía cada diez, así que no fui al Materno porque temía que me mandaran de nuevo a casa. Ahora me doy cuenta de que lo que tenía no eran contracciones, sino que estaba en medio del parto", dice Isabel, que tuvo a la primera hija con epidural, por lo que no diferenciaba esta clase de dolor.

"Todo ocurrió muy deprisa. Ni siquiera sabía dónde había dejado el coche, ni dónde estaban las llaves. Vi aparecer la cabeza de la niña, no lo pensé y la saqué. Gracias a todas las personas que estuvieron allí, salió todo perfectamente. Ahora toca dormir un poco, que no hemos descansado nada", reconoce José María visiblemente emocionado. "Es el mejor regalo por el Día del Padre que uno puede soñar. Estuvimos muy preocupados, sobre todo en el trayecto en el coche, pero por suerte todo salió bien".

En la planta donde pasó Iria sus primeras horas de vida todos conocían su caso, ya que es poco frecuente que la madre no llegue ni siquiera a entrar al paritorio. "Dicen que parir al segundo hijo es más fácil. Y sí que lo es; no me dio tiempo ni a reaccionar", co-menta Isabel.