Escuela Graduada, número 16. Grupo de alumnos fijado 160". Éstas son las primeras líneas a plumilla que se recogen sobre un libro de actas desgastado y a una sola línea que se guarda como una reliquia en el Colegio Público de Infantil y Primaria Carlos Navarro Ruiz con la fecha 1929-1949. La caligrafía está firmada por Antonio Caballero Armas, probablemente el único maestro con el que el centro abrió sus puertas en el barrio de San José y al que acudían los hijos de los trabajadores agrícolas de la zona.

A un paso de ella vivía Carmen Cazorla, octogenaria como la escuela -89 años- ya que su padre era mayordomo en una finca. Recuerda que el día de la inauguración dieron "bocadillos y leche" a los niños y que su madre recibió el cortinaje con el que engalanaron el escenario; que más tarde sirvió como biombo entre las camas de sus padres y hermanos.

Ella asegura que fue el mismísimo Alfonso XIII quien inauguró la escuela, pero la visita del Rey a las Islas se produjo en 1906 y la escuela data de 1929. Bien pudiera ser el General Primo de Rivera, que estuvo en la Isla en 1928. Se acerca más a los primeros datos que hay sobre el colegio, aunque tampoco hay placa ni documento que recuerde tan gran acontecimiento. Sea como fuere, Carmen tiene disculpa. Era "una parvularia con cubrepolvo blanco" que apenas estuvo un año en el centro construido para niños. "Yo entré en el colegio, pero él no entró en mi", reconoce con humor. Después pasó a la conocida Casa Amarilla, donde también se impartía clase, y después a trabajar. Así eran los tiempos en los que sólo se aprendía a leer y a escribir. Y a veces, ni eso.

Lo curioso de la diluida y efímera historia escolar de Carmen es que ella fue la primera de cuatro generaciones que han pasado por el Carlos Navarro Ruiz, erigido gracias a la ayuda de la Sociedad de Fomento y Turismo, creada por algunos ilustrados de la época, porque el Estado no podía hacer frente a tanta construcción escolar. El centro fue levantado ya con los cánones del nuevo modelo escolar estatal en que los niños se agrupaban por grados según su edad.

Su hija, Carmen -61 años-, aprendió allí lo importante que era la limpieza, el orden y el comportamiento en sociedad de la mano de doña Ana Febles Quevedo, durante muchos años directora del centro y cuyo marido, delegado de Juventudes y maestro, impregnaron el centro de rectitud. Entre sus recuerdos "la frondosidad del patio" a donde salía sólo con las niñas ya que había separación se sexos.

José Valencia, profesor ya jubilado, dio allí sus primeras clases después de obtener el título de instrucción elemental que le otorgaba el Frente de Juventudes, necesario para poder dar clase y que era similar al que daba la Sección Femenina de la Falange a las mujeres. "Entonces no había muchas libertades, pero me llamó la atención cómo los chicos se ponían en fila y cantaban consignas antes de entrar en clase". Instrucciones del franquismo en tiempos de la Guerra Civil que apenas se habían eliminado de las escuelas a pesar de estar ya en los sesenta. Se comprueba tirando del cuaderno de actas. En 1937 se acuerda "hacer gestiones para pedir al ayuntamiento la ayuda económica para instalar altavoces en las aulas y un amplificador en la del director para que los niños oigan las consignas e himnos nacionales todos los días al salir de clase". En otra hoja del mismo año se recoge: "Siguiendo el bando de Burgos se colocarán en las aulas los cuadros de la Purísima Concepción con objeto de celebrar el mes de María y que el saludo de los niños sea el mismo al entrar y al salir: Ave María Purísima".

Ninguno de estos recuerdos permanece en la memoria de Inmaculada Santana -35 años-, nieta de la octogenaria Carmen. Mucho menos en las de sus tres hijos -Irune, Dayron, Leire -, de 6 años y que hoy van al Navarro Ruiz. "Recuerdo al conserje que nos gritaba cada mañana '¿cómo están ustedes?' antes de entrar al patio. También la carrera del duro en Triana para recaudar fondos de fin de curso". Salvo el bache de la droga en el barrio en los años 80 y alguna "crisis" en los 90 por cambios de dirección el colegio esquivó el siglo XX con soltura. Camino de los cien, la caída de la natalidad le obliga a dar un gran giro que puede que acabe con su identidad al haber anunciado Educación su fusión con el CEIP 24 de Junio.