Muchos agradecemos a Salvador Gil su audacia. Propone un proyecto y consigue el apoyo en donde lo solicita, ayuntamiento, empresas que donan el material, espacio para trabajar más un magnífico equipo de soldadores montadores. Pocos meses después de concebir la idea, Salvador y todos los que le apoyaron la hacen realidad.

Sin duda Salvador se enamoró de su escultura en el mismo momento de imaginarla. Unas grandes raíces de hierro, una escultura que da sentido a la realidad de nuestro Sebadal.

En Lanzarote, Manrique demostró que la intervención de los artistas en el desarrollo y cambios arquitectónicos de los pueblos y ciudades marca la diferencia en la excelencia, un regalo la dignidad. Quizás sea la falta de personas audaces como Salvador o Manrique pero la colaboración de nuestras mentes creativas en los proyectos actuales y cambios en nuestro entorno generalmente se limitan a las presentaciones de los mismos.

¡¡Debemos amar y alentar a nuestros autores!! También alentar y aplaudir a labores de apoyo privadas que como el Club La Provincia, la agrupación de empresarios Mesa y López y pocos más damos protección o aportamos nuestro granito de arena, y que seguro todos coincidimos con Salvador en su visión animista, donde los objetos cobran valor, poseen alma y recuerdo.

Salvador invita con su personal forma de percibir a crear infinitos caminos, todos ellos válidos. Para esta escultura Raíces recicla viejas planchas y retales de hierro restos de la actividad del puerto y Sebadal, estos elementos son las piezas que a modo puzle y mediante su particular constructivismo combina consiguiendo el objetivo, una escultura de hierro de cinco metros de alto con forma de impresionantes raíces, raíces que resisten a los elementos, que se alzan escudriñando el cielo para seguir alimentando la vida del trabajo en El Sebadal. Gracias, Salvador.