Es historia viva de muchos canarios que marearon en sus travesías entre islas y del universo marino al ser el único vapor de pasaje superviviente de su época. Al igual que el Titanic, el correíllo La Palma conmemora cien años pero con mejor suerte que el trasatlántico hundido ya que el buque negro se encuentra en la fase final de su sorprendente proyecto de reconstrucción emprendida en 1998 a través de una fundación que lleva su nombre.

"Sólo queda por montar el equipamiento interior", señalan los ingenieros Jesús Alarcón y Luis Rodríguez, que han diseñado la inusual restauración y puesta a punto del vapor que pretende destinarse a viajes por todo el Archipiélago canario. Serán cruceros de cuatro días de duración para deleite de los amantes de los viajes de época, quienes podrán experimentar la sensación que tuvieron los primeros pasajeros de este barco, botado en 1912 en los astilleros de Middlesbrough, en Inglaterra.

El correíllo La Palma poseerá camarotes para unos 35 pasajeros, quienes serán testigos de la recuperación de las tradicionales lanchas caleteras, que se utilizaban antaño para el embarque y desembarque de pasajeros en puertos pequeños, y también los fondeos del cabotaje de principios del siglo XX.

En 1976, este popular buque fue retirado por una grave avería en sus calderas y adquirido en subasta pública por la familia Flick, que posteriormente lo donó al Cabildo de Tenerife ante su interés en reconstruirlo. A través de un taller escuela en 1998 se puso en marcha el proyecto para su reconstrucción. "Se hizo un trabajo de recopilación y documentación técnica así como un estudio de viabilidad y se decidió que volviera a navegar", señalan los ingenieros en su oficina en La Isleta.

La nueva construcción ha mantenido los principales elementos identificativos pero con materiales y elementos nuevos. Las dos cubiertas de maderas totalmente desvencijadas fueron sustituidas por acero. Todo el fondo del barco fue reconstruido con un metro de altura y un doble fondo nuevo. Pero el gran cambio del La Palma es la incorporación de un moderno motor diésel complementario a su reliquia, la restaurada máquina de vapor de triple expansión MacColl&Pollock, en la que destacan sus impresionantes bielas de metro y medio de altura. "Para funcionar con la máquina de vapor se requiere mucho personal y especializado, por lo que para hacer viable su navegación entre las islas hacía falta un motor diésel complementario".

La minuciosa recuperación del barco más emblemático para los canarios ha contado con la colaboración y la supervisión de la Sociedad Lloyd Register, que intervino en su construcción en 1912, para volver a otorgarle la máxima calificación en su estándar de diseño y calidad de construcción, la 100 A 1.

Las escalas previstas no quieren limitarse a las capitales insulares, pues se pretenden recuperar las líneas originales efectuadas a principios de siglo XX, que incluían los asentamientos rurales que tenían difícil comunicación por vía terrestre. Núcleos portuarios como el de Garachico, Guía, El Porís, Sabinosa, Punta Grande, Hermigua, Valle Gran Rey, Gran Tarajal, Pozo Negro, Las Nieves, Sardina, Arrieta, La Tiñosa, Puerto Espíndola o Tazacorte volverán a ver la silueta del popular correíllo negro.