Cuando en 1478 don Juan Rejón recaló en estas tierras en su conquista para la Corona, seguro que no pudo imaginar que aquel lugar, recomendado por una canaria, terminaría siendo el escenario preferido para las ceremonias, recepciones y festejos principales de la ciudad del Real de las Tres Palmas.

Algo más de cinco siglos más tarde, el corazón de Las Palmas continúa latiendo con fuerza en el mismo lugar, en esta magnífica y sobria plaza de Santa Ana, joya arquitectónica de sosegado silencio, de entrañables y sombreados rincones, de luminosas callejuelas que contribuyen a crear esos lugares mágicos que nos cautivan por todo el barrio de Vegueta.

¿Qué mejor lugar para prestar el juramento a la bandera? Podríamos haberlo hecho en cualquiera de los acuartelamientos donde se custodia la enseña nacional, pero no, la bandera es el símbolo de la patria y patrimonio de todos los españoles y hasta aquí se han desplazado hoy, para que disfrutemos de ellas, para que las honremos con nuestro cariño.

Hoy tenemos aquí dos banderas centenarias desde que se otorgara el derecho a su tenencia y uso en el año 1904; la actual bandera del Regimiento de Infantería Canarias 50, el del Batán, fue donada por el Gobierno autónomo de Canarias en 1983 siendo madrina de ella doña Isabel Saavedra Acevedo, hermana del entonces presidente del Gobierno canario y hoy diputado del Común don Jerónimo Saavedra. La segunda bandera en formación corresponde al Regimiento de Artillería Antiaérea 94, el de la Naval, fue donada por el Excelentísimo Cabildo de Gran Canaria, siendo su madrina doña María Dolores Sánchez Ramírez, hija predilecta de Gran Canaria y popularmente conocida por Mary Sánchez.

Ambas banderas simbolizan perfectamente los ideales de la defensa de la Gran Canaria frente al entonces invasor holandés o inglés. Su mera presencia nos trae recuerdos de gloria y de grandes hazañas del pueblo canario. [...] Sus brillantes colores, mezcla de una buganvilla, de picón, de lava ardiente, de jable y de la sangre que derramaron y derraman nuestros héroes.

Gracias, ciudadanos de Las Palmas, vuestro estímulo y respaldo a nuestro trabajo y entrega, vuestras muestras de cariño y aprecio a todos los que tenemos el honor y la responsabilidad de vestir este glorioso uniforme constituyen un gran aliciente, un multiplicador de nuestras capacidades que, no cabe duda, incrementa la efectividad de los ejércitos de la defensa militar de España.

Jurandos, enhorabuena por este gran día, mediante el juramento o promesa a la bandera habéis contraído oficial y voluntariamente el compromiso de guardar y hacer guardar la Constitución y de defender a España, cada uno tiene su puesto de trabajo sacrificándose día a día en el cumplimiento de las obligaciones propias, en callada abnegación, con la necesaria solidaridad, un compromiso de todos con todos.

El beso que acabáis de depositar en la bandera tiene un sentido mucho más amplio de lo que parece, habéis certificado que sois fieles y dignos herederos de los valores morales y espirituales que nuestros mayores nos han legado. Además, os habéis comprometido a mejorar la herencia recibida para transmitirla a vuestros hijos y que ellos, la sociedad del futuro, reciban un patrimonio que contribuya a que España retome el camino "del imperio donde no se pone el sol". Como dijo Benito Pérez Galdós refiriéndose a la fe nacional: "Tengamos fe en nuestros destinos, seamos los primeros en la confianza, nosotros los más distantes seamos los más próximos en el corazón de la patria".