- ¿Cómo fueron sus contactos iniciales con el colectivo de estibadores?

- Yo tuve contactos en los años 60 (del siglo pasado) a nivel de clientela. Coincidía con otros compañeros en la HOAC (Hermandad Obrera de Acción Católica) y en aquella época había, además, un movimiento vecinal muy fuerte.

- ¿Cuál era la situación de los estibadores?

- Los portuarios eran en aquella época cerca de 3.000 y tenían una situación muy mala. Laboral, cultural y económicamente era una situación bastante difícil. En aquella época a los chicos malos o inútiles se les decía que sólo iban a servir para la carga blanca (de sacos). La gente venía de los campos o de la emigración de otras islas a vivir el día. Llegaban con el zurrón del gofio y acababan en el Puerto. Esperaban a ver cuándo le daban trabajo y el resto del tiempo seguían en el Puerto, del que formaba parte La Isleta. Los bares, la copas y la historia formaban parte de su realidad sociológica.

- ¿Cómo se constituye la Coordinadora de Trabajadores Portuarios?

- Tengo que resaltar la labor de Remigio Vélez, una figura extraordinaria por su honradez y su inteligencia, y de Manolo Hernández. Éramos amigos de la HOAC y en aquel momento era necesario abrir espacios y fuerzas desde los estamentos sociales más desfavorecidos por conciencia y por moral. Tuvimos muchas reuniones y de ahí salió hacer una organización sindical con unas características claves, ser autogestionaria y autónoma.

- ¿Y los estibadores en- tendieron esta organización sindical?

- Los estibadores tenían clarísimo en su conciencia que iban a ir por ellos ya que con la transición se pensaban que eran producto de la estructura administrativa de la dictadura de Franco. Instintivamente lo entendían.

- Fue una época de conflictos muy relevantes en la capital grancanaria con el suceso de Belén María.

- Siempre se nombra a Belén María por lo que supuso, la muerte de una jovencita. Pero no es eso sólo, que emociona. Lo que te conmueve no es que desgraciadamente una joven muera, sino que haya un colectivo entero, un barrio entero y una ciudad entera juntos.

- ¿Fue un momento con mucha carga emotiva?

- En aquel entierro, al que fueron 30.000 personas, que salió desde aquí [plaza de Manuel Becerra] al cementerio, ver a las personas que se asomaban a las ventanas y balcones, y seguidamente bajaban para seguir la comitiva en silencio. Eso es algo más que emoción; eso es construir un nosotros.

- ¿El origen del conflicto fue la reforma de la Organización de Trabajadores Portuarios (OTP)?

- Sí. La OTP era un organismo de la administración en el que los trabajadores portuarios estaban apuntados y se les iba llamando. La reforma que se planteó era dejar a los estibadores en la calle bajo el argumento de que eran una rémora del franquismo y se convocó una huelga. El gobernador civil de Las Palmas firmó un decreto declarando que el Puerto era un servicio esencial y las fuerzas garantizarían el trabajo con los efectivos necesarios. El Puerto se llenó de esquiroles protegidos por la policía. ¿Cuál era la alternativa? Era la que era y no había otra.

- ¿Ahora la respuesta sindical es diferente?

- Los estibadores han seguido una trayectoria manteniendo sus raíces. El sentido de la unidad está totalmente arraigado y además no es una casualidad que se llame Coordinadora. Eso continúa en un contexto distinto. La carga emocional no es tan expresiva. La lucha no es tan clara y el enfrentamiento es más sutil y, por lo tanto, la estrategia y la respuesta son también más sutiles. Pero esas claves están ahí y se han trasladado a nivel mundial. Los trabajadores portuarios se han constituido en una coordinadora internacional con 70.000 afiliados en el mundo con ese estilo. Los estibadores son de los pocos colectivos que han entendido la necesidad de unirse a nivel mundial con Internet y la globalización. La respuesta de los trabajadores debe ser conjunta.