Un nuevo edificio ya se alza en el barrio de la Vega de San José. Al Palacio de Justicia le quedan ya pocos meses para inaugurarse y a su alrededor se alzan bloques, viejos y desconchados, que parecen el rostro arquitectónico de los problemas sociales de sus habitantes. La Vega de San José es parte de la ciudad y su caracterización como ciudad dormitorio o barrio periférico cada vez es más lejana. Los límites con Vegueta se confunden con facilidad y las ideas para modernizar la zona y ayudar a sus habitantes no son escasas. Uno de los arquitectos que diseñó el edificio, José Antonio Sosa, y la presidenta de un centro de atención a drogodependientes del barrio, Lidia Rodríguez, debaten sobre ello.

EL PALACIO DE JUSTICIA

José Antonio Sosa (JA): El edificio del nuevo Palacio de Justicia es interesante para el barrio porque introduce un equipamiento a nivel del ciudadano pero que no pertenece al barrio. Por supuesto, el barrio necesita sus propios equipamientos: sus colegios, sus guarderías, sus aparcamientos, sus centros de salud... Sin embargo, este edificio tiene la ventaja de que no es propiamente del barrio, sino que es de la ciudad y que, por lo tanto, es capaz de incorporar al barrio a la gente de otros sectores de la ciudad y provocar que el barrio se dinamice. En ese sentido, juega un papel positivo.

Lidia Rodríguez (LR): La visión que tengo en general de este edificio es que acercará el barrio a la ciudad. Hasta hace unos años, el centro de la ciudad estaba muy localizado pero hoy en día la periferia se está acercando, a veces hasta demasiado, a lo que es el centro de la ciudad. La visión social que tengo es que la gran mayoría del barrio valora positivamente tener unos recursos públicos importantes. En Las Palmas, sin ir muy lejos, hay barrios que no cuentan ni con una décima parte del equipamiento urbanístico que tiene la Vega de San José. Veo positivo que el barrio se abra a la ciudad y viceversa, pero tiene que ser equilibrado para que el barrio no pierda su singularidad porque, si no, al final se diluye tanto en el resto de la ciudad que pierde su...

JA: Su idiosincrasia.

LR: Sí, su idiosincrasia. En los últimos diez años el barrio se ha llenado de un montón de servicios de uso comunitario y algunas quejas que se oyen, por llamarlas de alguna manera, es que se está perdiendo ese sentido de barrio. Puedo entender que las personas de este barrio se encuentren con dificultades que no tenían hace diez años, como la falta de aparcamientos, y piensan que cuando el edificio de los juzgados empiece a funcionar se incrementará ese problema. Por esa parte entiendo la visión negativa que produce la excesiva dotación pública que hay en el barrio.

CREAR ESPACIO COLECTIVO

JA: Aquí se produce un fenómeno curioso porque por un lado tienes el polígono de la Vega de San José, que pertenece a un urbanismo moderno de los años 30 ó 40, que proviene del norte de Europa y que en España tiene una expansión enorme entre los años 50 y 70, y al lado está el barrio de Vegueta, que es todo lo contrario. En la parte de Vegueta, en la actualidad, se está asumiendo también el papel de albergar muchas dotaciones que son de la ciudad. La ciudad histórica siempre ha sido un mix de edificios públicos y viviendas, todos conviviendo en un mismo espacio, que es lo que le daba la riqueza a la ciudad histórica. Salías del juzgado, te ibas a tomar un café a un bar, luego a no sé dónde...

LR: Lo que en definitiva les da vida a los barrios.

JA: Exactamente, la vida del barrio. Sin embargo, este lado de la ciudad solamente eran viviendas.

LR: Ciudades dormitorio...

JA: Sí, aquí no había sino viviendas y, además, con una cuestión que agravaba la situación. El espacio estaba dividido en privado, es decir, el bloque, y público, que era todo lo demás. Lo público es una superficie muy grande de espacio que en el norte de Europa funciona muy bien pero que aquí lo hace muy mal porque el espacio público no está atendido. Una de las cosas que caben entre lo público y lo privado, y eso, Lidia, tú lo controlarás mejor que yo, es lo colectivo, como esas pequeñas huertas que se pueden ver por el barrio. Son espacios que pertenecen a un colectivo determinado pero en la Vega de San José no hay muchos así. Hay muchos espacios residuales que nadie cuida, ni el Ayuntamiento los limpia y los vecinos no pueden hacer nada.

LR: Pero que ellos los quieren utilizar. Me consta que hay muchas instalaciones que están totalmente abandonadas, deterioradas, y que todavía juegan niños en ellas, aún en malas condiciones.

JA: Por eso, la idea de la huerta es el ejemplo de una actitud. Si se generan espacios colectivos en torno a los bloques -algo que se resuelve sin dinero porque sólo hay que realizar un vallado de un área determinada- se crea una manzana y dentro de ese espacio hay unas huertas, por ejemplo, o una zona de juegos de niños. Serían zonas colectivas que cuidarían los vecinos.

MEDIADOR COMUNITARIO

LR: Conseguir que la gente respetase estas zonas sería el último paso de un proceso largo. En este barrio es fundamental y, nosotros como ejecutantes de servicios públicos lo vemos, la existencia de la figura del mediador comunitario. Tendría que trabajar y tratar de educar a la ciudadanía, a la gente del barrio, y motivarla. Siempre digo que el barrio será lo que sus habitantes quieran que sea. Si el barrio está limpio, habla bien de ellos y les da una buena imagen.

JA: Totalmente de acuerdo. El mediador es fundamental porque, además, es el que puede enlazar a la población del barrio con la Administración. Es el que puede aunar esfuerzos de los vecinos.

UN BARRIO ESTIGMATIZADO

LR: Yo entiendo que los problemas que tiene el barrio no son muy distintos de los que tiene cualquier otro. Eso sí, la zona de la Vega de San José, hasta hace unos cuantos años, estaba completamente estigmatizada. Cuando alguien decía que vivía aquí, también decía que vivía en el peor sitio del mundo. Hace 15 años yo no me hubiese planteado caminar por estas calles. La Vega de San José estaba cerrada a la ciudad, era casi un gueto. Existía en una realidad totalmente distinta, era un barrio que vivía dentro de la ciudad pero alejado de ella.

JA: Ese es el problema del zoning, de esa idea urbanística que pone la vivienda residencial por un lado, el trabajo por otro... Esto produce esa situación de guetización del barrio. Creo que una cosa buena que ha tenido la implantación de edificios públicos dentro del barrio es que ha sido progresiva. Ha sido lento y eso ha hecho que el barrio siga siendo el mismo y con la misma población desde el principio, algo que es muy importante. En el Urbanismo existe el riesgo de que cuando una zona se convierte en apetecible, la gente vende sus casas y se va a otro sitio. Ese proceso de desalojo de la población de recursos más bajos y de sucesivas migraciones al exterior, hacia el nuevo borde, aquí no se ha producido. Eso es importante.

LR: Claro, sería negativo que se fuesen, pero tal como está ahora, esta zona no es apetecible. Si al barrio se lo dotase de una jardinería cuidada, de un mobiliario urbano bonito o si los edificios se arreglasen, todo mejoraría, pero el barrio está abandonado.

REHABILITAR EDIFICIOS

JA: Sí, la infraestructura está muy abandonada y los espacios públicos están también muy dejados. Con respecto a los edificios en sí, una de las cosas que nos cuestionamos en un proyecto de investigación de 2006 fue qué era más barato: si tirar los edificios y volver a construirlos o mantenerlos y ampliarlos. Por lo que pudiera suponer de trauma sociológico y, desde el punto de vista medioambiental, es mejor conservarlos.

LR: También es una demanda de la gente del barrio. Se ve con el contraste que crea el Palacio de Justicia, muy moderno y con los materiales más novedosos, mientras que, al lado, los bloques. Es pasado y futuro. El Palacio de Justicia pone en evidencia el gran choque estético y visual que hay entre esta nueva dotación y el resto del barrio, que queda como algo que no combina con esta imagen.

JA: Fíjate que a mí lo que me gusta es esa combinación.

LR: Sí, pero cuidada, porque la imagen ahora mismo es muy fea.

JA: Pero esa combinación es la que se ve en las metrópolis en general. En Honk-Kong se ven edificios de un tipo y de otro y todos conviven. Eso es preferible a tener todos los edificios grises e iguales.

LR: No es sólo cuestión de estética. Evidentemente, la diversidad también es creativa y aporta, pero me refiero a que los edificios estén bien porque si no tendremos una imagen como el de las ciudades brasileñas, donde se ven edificios bonitos y al lado chabolas donde la gente está hacinada, sin llegar aquí a esos extremos. Pero es cierto que el Palacio de Justicia pone en evidencia esa diferencia.

JA: En ese sentido, el edificio va a traer una ventaja también para el barrio porque el entorno se va a arreglar. El edificio trae consigo una operación de renovación del entorno.

LR: Si no fuese así el contraste sería grandísimo. Y lo que aparentemente es sólo estético después se ve que es real. El barrio tiene necesidades sociales importantes. La gente que vive aquí es de un estatus social bajo y, hoy por hoy, lo está pasando muy mal. En los pisos viven ahora padres, hijos, nietos y bisnietos porque la grave situación económica no les permite otra cosa.