Los ecos sociales de la España decimonónica se narraban en las veladas en domicilios, en las tertulias de las sociedades culturales y recreativas y, por supuesto, en la prensa. El 21 de octubre de 1873 el periódico La Verdad recogía en su sección Variedades la siguiente descripción: "Un amigo nuestro, que ha visitado en estos últimos días la casa de nuestro paisano, nos da curiosísimos detalles de su interior por la afición que en ella demuestra nuestro amigo por las Bellas Artes, la Botánica y otras ramas... De la sala pasamos al estrado donde vimos entre otras particularidades, un ruiseñor disecado, que nuestro amigo se ha hecho venir últimamente de París. Este precioso pájaro se halla colocado sobre un ramillete de flores artificiales y por medio de un aparato, dispuesto al efecto, se desata en su cantón natural, cuyas notas vienen perfectamente acordes con los movimientos del pico; haciendo además otros con la cabeza y cola, tan naturales, que parece que realmente vive y que demuestra cuánto ha adelanto en esta parte la industria". El paisano en cuestión no es otro que Manuel Ponce de León (1812-1880), uno de los proyectistas más relevantes de la capital, que con su obra privada y pública contribuyó a la expansión y esplendor de la ciudad, conocida hoy como el casco histórico de Vegueta. El Cabildo insular, gracias a una moción del partido socialista, y otras instituciones como la Sociedad Económica de Amigos del País (Rseap), a la que perteneció el artista, trata de recuperar su figura aprovechando que este año se celebran los dos siglos de su nacimiento en Las Palmas de Gran Canaria.

Manuel Ponce de León y Falcón -Ponce lo añadió como nombre artístico- fue un "humanista del siglo XIX". Así lo califica la historiadora del Arte María de los Reyes Hernández Socorro -la mayor experta del arquitecto- en su libro Manuel Ponce de León y la arquitectura de Las Palmas en el siglo XIX , de donde procede la reseña periodística en la que se da cuenta de su gran curiosidad y múltiples anécdotas más sobre un artista que incluso anotaba en sus diseños si la obra se había ejecutado o no a su gusto.

Ponce fue pintor, profesor, proyectista, socio de diversas sociedades culturales de la época como el Gabinete Literario, el Museo Canario o la mencionada Rseap, militante político y hasta director de Correos. Además de un destacado miembro de la sociedad capitalina de la época, que llegó a ser incluso pintor de cámara de la reina Isabel II durante sus años de estancia en Madrid a mediados de XIX.

Uno de sus grandes legados artísticos se encuentra, sin embargo, fuera de las paredes de los museos y al alcance de cualquier ciudadano que pasee por Vegueta, visite el cementerio viejo o entre en alguna de las iglesias de la ciudad ya que el artista diseñó más de un centenar de casas privadas, mausoleos, edificios públicos y piezas de ornamentación religiosa. También tomó parte en los proyectos municipales para adornar y sanear las estrechas calles de la ciudad colonial, encajada aún entre las murallas.

El arquitecto José Luis Gago lo cataloga de "escenógrafo" ya que concebía los edificios no como piezas aisladas sino en conjunción con el resto de los inmuebles que conformaban la manzana.

"No construía casas sino ciudad porque lo que hacia era ver cómo funcionaban sus edificios en una calle, con perspectiva De ahí las grandes moles y portes que tienen los edificios que no tienen ningún parangón y que se identifican muy fácilmente ", apunta.

Al artista, que bebió del clasicismo romántico, puede considerársele uno de los primeros urbanistas de Las Palmas de Gran Canaria que a mediados del XIX conserva aún un trazado tardo medievo con calles y casas "pequeñas e irregulares" que empiezan a modificarse con las primeras familias adineradas gracias al comercio de la cochinilla.

"Junto con Miguel Martín Fernández de la Torre son los dos grandes arquitectos, este último en el siglo XX, que han convertido la ciudad en un gran centro público. Además, los dos fueron académicos de las Bellas Artes. Si lo consiguieron, por algo será", responde el también académico.

El legado que nos dejó Ponce comenzó en 1846 con una casa ya desaparecida en la antigua plazuela del Terreno, hoy conocida como calle Fuente. El recorrido que ofrecemos en estas páginas es sólo un aperitivo de las más de cien obras que realizó el artista hasta casi el final de sus días, muchas de ellas protegidas por su interés patrimonial. Entre su obra residencial destacan los trabajos para algunas de las mejores familias de la época como la Casa de Agustín Manrique (1847), la Casa Llanera o del marquesado de Arucas (1859) o la Casa de Úrsula Quintana (1896), entre otras. También obra religiosa como los mausoleos y capillas del cementerio de Vegueta o la urna para el Santo Entierro de la iglesia de San Francisco (1872), que procesiona en Semana Santa.

Entre su obra pública, destacan la desaparecida portada de la actual Alameda de Colón que se puede ver en algunas imágenes antiguas (1847), el vestíbulo y escalera de las Casas Consistoriales (1859) o el proyecto de un Jardín Botánico que iba a ser instalado en el convento de San Ildefonso de Vegueta.

Ningún partido del Cabildo insular se ha opuesto a la propuesta socialista de recuperar la figura de Manuel Ponce de León, cuya obra ha dado tanta identidad a Las Palmas de Gran Canaria.

La ciudad sintió en su momento su pérdida y así lo recogía El Folletón : "Su entierro fue vasto y lleno de empaque. Allá iba don Manuel sobre un trono inmenso y monumental rodeado de plumeros, lazos de crespón y demás románticas y funerales adherencias". La del siglo XXI está aún por reconocer su legado.