Se acumulan los testimonios contra Fernando Torres Baena y otros tres acusados del caso del kárate, la mayor trama de abuso y corrupción de menores que se juzga en España. "Ivonne me explicó con los peluches de su cuarto que Fernando era el primero en la pirámide sexual, luego estaba María José y después ella", declaró ayer la víctima número 28 ante la Audiencia Provincial de Las Palmas en la continuación del juicio.

Esta testigo, de 20 años, empezó a practicar kárate a los 15 en el gimnasio que Baena regentaba en la capital grancanaria. A los tres semanas ya bajaba a la casa de playa de Vargas, en el sureste de Gran Canaria, donde asegura que tuvo su primera relación sexual con Ivonne González. "Fue ella la que me introdujo en esto", prosigue la afectada, "antes estuvieron un montón de horas hablándome de sexo". Después vinieron las risas, los masajes, las cosquillas en la cama de un cuarto repleto de peluches.

La denunciante sostuvo ante la Sección Sexta que los cuatro procesados funcionaban "como una secta en la que Fernando era el cabecilla". Luego agregó: "A mí me dejó tranquila porque no tenía su perfil, buscaba alumnos más pequeños y sumisos".

Otra testigo, la número 30, parece que sí encajaba en ese supuesto perfil. "A los 11 años tenía relaciones completas con Fernando de forma frecuente, tanto en Vargas como en el gimnasio", reveló la joven, que situó el primer contacto sexual con el principal procesado a los 10 años. También afirmó que Baena y su pareja María José González practicaron sexo delante de ella "para que aprendiera". Tuvo relaciones con otros alumnos, pero "siempre por mandato de Baena".

Rutina

La perjudicada, de 22 años, no se planteaba si debía o no "obedecer" a su maestro, porque "era como si un padre te dice: cómete las verduras". Su hermano, el testigo 21, también admitió que fue víctima de cuatro relaciones sexuales con Baena y otras dos con María José. "Estábamos acostumbrados a lo que pasaba en Vargas, por eso no nos impactaba. Ahora tengo claro que he vivido abusos", subrayó el joven. "Era un ambiente liberal impuesto por la autoridad de Baena. Nadie hacía eso con libertad", relató al tribunal.

Este perjudicado, a preguntas de la acusación, describió varios episodios escabrosos que tenían como protagonista a Torres Baena, desde abusos mientras estaba con fiebre en la cama, hasta besos lascivos en el vestuario como primera prueba de iniciación.

Sin embargo, la declaración más contundente fue la del testigo 27. "Te analizaba para buscar tu punto débil, ofrecerte ayuda y hacerte sentir que tenías una deuda deportiva con él, pero ahora he asimilado que sólo era chantaje emocional. Lo único que hizo por mí fue fastidiarme la vida", señaló.

La misma contundencia mostró en el interrogatorio de las defensas. "No me tenían becado. Me fui porque estaba harto de abrir y cerrar el gimnasio, arrancar los hierbajos de su casa y limpiar las mierdas de su perro". Añadió que perdió la virginidad un fin de semana de Reyes.