"Si el Gobierno se empeña en crear centros comerciales de grandes superficies los vecinos se van y no compran en los pequeños comercios". Así opina Mariola Sánchez, comerciante de Servi Ópticas en el paseo de Tomás Morales. Una de las calles comerciales más transitada de la capital acusa la crisis, actualmente hay al menos catorce locales cerrados. Los comerciantes que sobreviven a la crisis como pueden, acusan las pocas ayudas del Gobierno y la discriminación a favor de las grandes multinacionales.

El nuevo método de compra de los ciudadanos no ayuda a que los negocios salgan a flote. Los usuarios prefieren comprar en grandes multinacionales en rebajas a comprar en las tiendas locales de la calle. Ya no está esa pequeña tienda en la esquina del barrio que acumula clientes los fines de semana, ahora todos se reúnen en grandes superficies dejando vacíos aquellos locales antes abarrotados.

Los primeros en sufrir la recesión económica son los ciudadanos de a pie antes que las pequeñas empresas. Éstos pierden su trabajo o ven su nivel adquisitivo reducido, con lo cual no tienen dinero que gastar y esto afecta al flujo de la economía. Esto deriva finalmente en los negocios, que ven cómo sus ventas bajan drásticamente y echan el cierre. Esta es un poco la historia de los comercios de la capital. Tan solo los más audaces, trabajadores y austeros continúan adelante. "No es nada fácil seguir vendiendo", declara Alexis Quintana, gerente de la tienda Urban Comics.

Los pequeños comercios especializados en un sector corren suertes dispares, hay quienes cierran con la crisis y otros que prosperan, como el de Marcos Beltra, que es dueño de Option Alimentación, una pequeña tienda de alimentos para celíacos. "Por suerte es un negocio relativamente nuevo, y cada vez llegan más clientes", asegura. Aun así tiene claro que el Gobierno no está ayudando a prosperar su negocio, "podría facilitar mucho las cosas, yo pago mucho por ser autónomo", enfatiza.

Los negocios de autónomos son los más perjudicados por la crisis, los elevados impuestos y los riesgos que corren. "Por ejemplo, si no trabajo la tienda no abre y pierdo dinero", declara Beltra. Lo mismo le ocurre a Gabriel Montesino, gerente de Dr. PC, una tienda de informática. "Si no trabajo 14 horas al día esto no tira para adelante", manifiesta Montesino, quien acude a trabajar estos días con la pierna enyesada para que su negocio no sufra pérdidas.

En picado

Los vecinos de la zona ven cómo el comercio local cae en picado sin que nadie pueda ponerle remedio. "Aquí antes había una peluquería, y allí una tienda de accesorios, en esta otra esquina había un bar. Ahora está todo vacío", expresa Jorge Reyes, vecino que se manifiesta "indignado" con la situación de bancos y gobernantes.

Con la última subida del IGIC, muchos comercios se han visto forzados a colgar el cartel del cierre, otros han tenido que subir sus precios mientras que los más atrevidos han mantenido los valores. "Nosotros hemos mantenido los precios, pero ha sido un gran esfuerzo", matiza Montesino. Otros, como el negocio de Quintana, se han visto obligados a subirlos: "Si no subo los precios echo el cierre, pero aun así el incremento no ha sido mucho", dice.

Las tiendas que siguen adelante "no sabemos ni cómo lo hacemos", asegura Sánchez. La austeridad en las cuentas y poca inversión son las principales estrategias para subsistir. Sánchez sostiene que "el problema son los recortes que hacen que el ciudadano no tenga dinero". Si la crisis continúa, pocos se salvarán.