Los parranderos y ciudadanos de Las Palmas de Gran Canaria estaban expectantes ayer por comprobar los resultados a consecuencia de los cambios en la romería en honor a Nuestra Señora del Rosario, en el barrio de Vegueta. Tras 17 años en sábado, la ofrenda se trasladó al mediodía de ayer domingo, con la finalidad de disfrutar de una celebración tradicional y en familia.

El Ayuntamiento ha sido el organizador de la edición de este año y tomó estas decisiones tras atender a las peticiones de diferentes colectivos (vecinos, obispado y empresarios). Estos últimos han manifestado su disconformidad en cuanto a la mala imagen que se generaba con los jóvenes y adolescentes que hacían botellón en las calles del casco histórico, así como por los niveles de inseguridad y extrema suciedad que se originaban.

A las 12.00 horas de ayer, decenas de romeros y parranderos estaban listos para arrancar con sus carretas e inaugurar el renovado encuentro. Cientos de ciudadanos se acercaron al punto de salida, en la alameda de Colón, para observar los detalles de las carretas y disfrutar de las primeras notas que entonaban los grupos musicales. Muchos de los asistentes combatían el calor con el abanico en la mano. Pero unos minutos más tarde, la nube que acechaba descargó y provocó una ligera aceleración en el ritmo de la romería.

Aun así, esta inevitable acción de la naturaleza no paralizó a las agrupaciones folclóricas, que animaban a los que se cobijaban bajo los árboles para cantar y bailar. Entre los que trataban de no mojarse se hallaban Regina y su marido, dos suizos que habían venido de vacaciones a la Isla y se sorprendieron con la cita folclórica. Les llamaron la atención tanto los trajes típicos como el estilo musical, desconocido hasta el momento para este matrimonio.

La fiesta continuó con su recorrido a través de las calles Muro y Obispo Codina. En la propia Catedral se congregaban decenas de ciudadanos y turistas, que habían aprovechado para adentrarse en el edificio y conocer sus encantos.

Las vías Reloj, Doctor Chil y Reyes Católicos formaban parte del trayecto, pero el colofón acontecía en la plaza de Santo Domingo, el tradicional punto de ofrenda a la Virgen del Rosario.

Cuando apareció la primera carreta, ya eran muchos los que habían cogido su asiento para deleitarse con el espectáculo. La talla era halagada por los presentes y se ubicaba a las puertas de la Iglesia. Ya el sol lucía y los ciudadanos tuvieron que volver a sacar los abanicos y, consecuentemente, guardar los paraguas y chubasqueros.

Paralelamente, se dejaba constancia de que las costumbres canarias traspasan fronteras. Cada vez son más los visitantes que se atreven a vivir desde dentro las fiestas locales. Como Elisabeth Romero, de Jaén, y Miguel Ángel Pajuelo, de Sevilla. Ambos jóvenes estaban "alucinados" con el jolgorio. Destacaban el ambiente festivo y familiar que les rodeaba. Incluso Elisabeth quedó prendada al ver a algunos pequeños luciendo la tradicional vestimenta. Los propios andaluces no dudaron en adaptarse y ataviarse con los trajes que sus amigos canarios les prestaron con la finalidad de implicarse en el encuentro.

Ocho carretas ofrecieron una variedad de productos, entre ellos, arroz, hortalizas y aceite. La nota musical corría a cargo de las 19 parrandas, además de la especial participación de Los Gofiones.

Los servicios de limpieza, que comenzaron a funcionar a las 11.00 horas, recogieron un total de 4.800 kilos de basura. La fiesta culminó a media tarde y no contó con incidentes.