Un pequeñajo que no llegaba a un metro de altura, ayer, bajo un sol de justicia, en la plaza de Santa Ana. Al cuello, un pañuelo con la leyenda "Bienvenido a casa". "Mami, ¿ya llegó don Cosco?", repetía una y otra vez, apurado él, sin conseguir una respuesta de su madre, atareada con el móvil, a ver si pillaba una buena instantánea del santo. Don Bosco llegaba del aeropuerto de Gran Canaria con un escaso cuarto de hora de retraso. Una figura dentro de una urna de una tonelada de peso, que albergaba la venerada reliquia. Algo más de un millar de personas le esperaban, en medio de una música harto solemne, a cargo de la Banda Municipal.

"Sí, sí, sí, Don Bosco ya está aquí" o "se nota, se siente, Don Bosco está presente", en medio de aplausos y algún que otro "¡viva Don Bosco!" La familia salesiana y otros creyentes no podía evitar emocionarse. "Es que ha hecho mucho por los niños, sus valores nos los han inculcado a todos los que hemos pasado por sus colegios", explicaba Blanqui Santa María Silva, religiosa salesiana, que pudo acompañar a la comitiva al interior de la Catedral.

Juan Bosco fue un revolucionario en el ámbito pedagógico y centró todos sus esfuerzos en dar una alternativa al sistema represivo de la educación del siglo XIX. No sólo combatió el castigo, sino que animó a los docentes a acompañar a los chicos en su proceso de maduración, a orientarles, y a prevenirles de los peligros que les acechan en el camino. La comunicación con los alumnos y el destierro de "la letra con sangre entra" fueron el santo y seña de su sistema.

El alcalde capitalino Juan José Cardona agradecía a los salesianos "todo lo que han hecho por esta ciudad" y también les alababa por "haber extendido los valores de la familia cristiana durante los 90 años en que llevan en la Isla".

El inspector provincial salesiano de Andalucía, Canarias y Extremadura, Francisco Ruiz, tomaba la palabra después de Cardona para "hacer entrega de las reliquias de Don Bosco al generoso pueblo de Gran Canaria".

En ese momento, los fieles, alguno que otro enjugando lagrimillas, se arremolinaban a lo largo de las vallas de protección de un camino preparado al efecto entre la escalinata de las Casas Consistoriales y la Catedral. 200 años después, de su nacimiento, que se cumplen en 2015, de ahí el periplo por medio mundo, decenas de móviles de última generación y hasta iPads dejaban constancia digital del paseo.

El matrimonio formado por Eugenia Castellano y Antonio Sarmiento, no perdía detalle. Él antiguo alumno y con una hija que da clase en un centro de los Salesianos, admitía que, si algo le gusta del método de Don Bosco es la educación en valores, "que se hace también con mucha disciplina".

Al llegar a la Catedral, allí esperaba a la comitiva un coro de voces blancas, algo más alegre. El vicario Hipólito Cabrera celebró la misa, en un templo repleto, con personas en los pasillos y el fondo, como se ha visto pocas veces.

Desde Guinea Ecuatorial conoce Cándido Olivera las enseñanzas de Don Bosco. "No sólo son buenas por el nivel académico, sino porque te educan en el hecho de compartir, de ser un buen cristiano", señalaba. No en vano, sus hijos han estudiado en centros de los Salesianos y María Auxiliadora.

Lo mismo que Tatiana Munguía, que es antigua alumna y tiene a su pequeña Azahara cursando estudios en el Árbol Bonito. "Todos sabemos quién es y lo que ha hecho por la juventud", decía.

Tras la misa, los que quisieron, pudieron acercarse a ver la figura. Por la tarde, la fiesta se trasladaba a los centros educativos, tanto de salesianas como de salesianos. Globos, confeti, cánticos y mucha alegría por la llegada a casa de su venerado santo. Allí también estaba el vicepresidente José Miguel Pérez, que arrastró la urna sonriente. El fervor no entiende de política.