Las calles de la capital grancanaria, sobre todo las de la zona del Puerto y el casco histórico, se llenaron ayer de miles de cruceristas que contribuyeron a revivir el moribundo negocio de bares, restaurantes y comercios. En total fueron 7.360 turistas los que llegaron a primeras horas de la mañana a bordo de cuatro cruceros, una cifra a la que hay que añadir al menos 3.000 personas más que componen las tripulaciones y que también bajaron e hicieron gasto en la ciudad.

Un ejército de guiris, en su inmensa mayoría jubilados, con pantalón corto, cámara al hombro y cholas, ellos con gorra y ellas con pamela, se desperdigó por toda la ciudad desde primeras horas de la mañana.

La novedosa estampa de cuatro cruceros, uno de ellos un velero, atracados juntos en el muelle de Santa Catalina por segunda vez -la primera el jueves pasado- atrajo a los vecinos de la capital que se acercaron hasta el dique para contemplarlos de cerca, pero un cordón de seguridad les impidió llegar a pie de barco, para evitar aglomeraciones.

Los dueños de los negocios del centro comercial El Muelle y bares y restaurantes de la zona de Santa Catalina se mostraban ayer entusiasmado con la llegada de los extranjeros, en su gran mayoría ingleses, norteamericanos y alemanes, porque han supuesto una inyección de dinero para sus negocios, aunque todos coincidieron en que la jornada del pasado jueves fue mucho mejor que la de ayer, en cuanto al nivel de gasto de los cruceristas. "Hoy [por ayer] se los están llevando de excursión", se quejaron.

José Marrero, dueño de la tabaquería Esfinge, en pleno parque de Santa Catalina, puso ayer una empleada más para atender a los cruceristas, que no paraban de comprar tabaco y botellas de whisky, porque la cerveza la adquieren en los supermercados, explicó Marrero. "Se nota el río de turistas, pero el jueves se notó más. Si pasan antes por Santa Cruz de Tenerife, aquí compran menos, no falla. Con la cantidad de gente que hay hoy, doblamos las ventas, eso seguro. Que venga un crucero no significa siempre que se venda más. Hay barcos buenos y barcos malos, que no compran nada", aclaró el dueño de la tabaquería que se sumó a la queja general de los comerciantes de que las guaguas turísticas se llevan a los guiris a otros lados.

Y es que desde primeras horas de la mañana, un total de 39 guaguas contratadas por los propios cruceros, se encargaron de llevar a más de un millar de extranjeros por el sur y otros lugares turísticos de la Isla. Los cruceristas llegaron desde las ocho de la mañana y en cuanto empezaron a salir, decenas de empleados comenzaron a repartir la propaganda de sus negocios, entre ella la de unos grandes almacenes de Mesa y López, que ofrecían una consumición gratis. Otros repartían ofertas para Las Terrazas, incluido el viaje en guagua hasta allí. Todos querían tocar un poco del maná que está suponiendo la llegada de cruceristas.

Colas

La guagua turística no paró en toda la mañana y largas colas de guiris se pudieron ver hasta pasado el mediodía. Antonio Benítez, director de operaciones de la guagua turística, explicó que a las 12 del mediodía ya habían trasladado a 800 turistas.

Una de las que esperaba era Alma Burgess, una inglesa de Lancashire, que quería recorrer la ciudad tras visitar la zona del Puerto. "La ciudad está muy limpia", afirmaba, mientras añadía que Santa Cruz, donde ayer hizo escala, a bordo del crucero Thomson Dream , no le había hecho mucha gracia.

Sandra Todd, otra jubilada inglesa de Leeds, que llegó en el Ventura le lanzó un "very nice" a la playa de Las Canteras. Todd se volvía al barco a almorzar tras darse un garbeo por la zona Puerto- Canteras.

Martín Martínez, encargado de la Terraza Central, en el parque Santa Catalina, estaba encantado. "La mañana está más animada con los turistas. Si no fuera por ellos, no habría tanto movimiento. Está claro que los cruceristas benefician a los bares, tabaquerías, tiendas y hasta los kioscos de prensa del parque. La Caja se duplica", sostuvo Martínez, mientras despachaba jarras de cerveza.

Sandra, una de las responsables de la tienda de Bershka, en El Muelle, también mostraba una sonrisa de oreja a oreja. "Toda la semana se ha notado el aumento de clientes. No es para tirar cohetes, pero se nota. Lo notaríamos más si no se llevaran a los turistas para Triana y otros lados. La mayoría de los clientes que hemos tenido estas semanas han sido extranjeros y los que entran compran y se gastan hasta más de cien euros o, por ejemplo, 60 euros en unas botas. Sacan los billetes de los bolsillos, como si nada. Yo no sé la crisis, pero parece que a esta gente no les afecta", dijo.

Una de las dependientas de la tienda de bisutería Yurena, también en El Muelle, indicaba que la a fluencia de compradores al comercio se ha triplicado esta semana y ayer esperaba que ocurriera lo mismo. "Desde las once de la mañana hemos empezado a notar el movimiento. Ojalá que vengan más cruceristas y que lleguen todos los días", sostuvo. "Este centro comercial está sobreviviendo gracias a los turistas. Gracias a ellos las ventas han sido muy buenas", resaltó Miriam, dependienta de Natura. Menos contentos estaban los taxistas Santi Santana y Juan Alonso, que llegaron desde las 7 de la mañana a la entrada del muelle y aseguraban que no habían hecho ningún viaje. "Aquí, a las 7 de la mañana había unos 100 taxis. No nos dejan acercarnos a los turistas para ofrecerles los viajes y aclararles que la excursión en guagua les sale 17 euros más cara que en taxi". Según Alonso, "la excursión para cuatro personas sale en guagua 70 euros y en taxi, 60, pero yo no he ganado ni para el café. Las guaguas no nos dejan ni trabajar, porque dicen que les estamos quitando clientes y eso no es así". Más suerte tuvo el taxista Oscar Castellano el pasado jueves. Cogió a un grupo de turistas y se los llevó de excursión por Bandama, Tafira y el casco histórico, durante cerca de cuatro horas, lo que le reportó 120 euros.