"Ya ves, yo siempre tan asimétrico". Es una de las frases que el nadador paralímpico Xavi Torres (Palma de Mallorca, 1974) ha colgado hace unos días en su cuenta de Twitter. Una frase absurda "pero a la vez con mucho sentido" que demuestra el humor ante la vida de este deportista de elite, ganador de 16 medallas - la primera de ellas en Barcelona 92- sin pies y manos desde su nacimiento. Ayer demostró su acidez en directo en la Feria Gran Canaria Accesible, organizada por el Cabildo Insular y que se celebra en Infecar hasta el sábado, ante un público variado; entre el que se encontraban sordos, ciegos y personas con problemas de movilidad. A todos ellos les lanzó algunas perlas de optimismo para tiempos de crisis personales: "La mejor medalla es la que te cuelga tu gente o tú mismo". "No siempre el que gana es el que llega el primero".

El deportista, estudiante de Magisterio en Educación Física, titulado en Dirección de Entidades Deportistas, máster de Periodismo Deportivo y presentador en algunos medios de comunicación social, comenzó su intervención arrancando una gran carcajada a los presentes al intentar saludar con el lenguaje de signos a los sordos. "Para mí es un poco complicado, pero voy a a probar. Sabía decir Feliz Año Nuevo, pero creo que hoy este saludo no me sirve".

Torres desgranó con grandes dosis de humor su historia personal desde cómo comenzó a nadar por prescripción terapéutica hasta que llegó a ser deportista olímpico. "En el colegio jugaba al fútbol, pero era complicado. Jugaba como medio estorbo y en todos los años que jugué marqué dos goles, uno de ellos con el culo". El joven mallorquín ingresó en la natación gracias a que tenía un médico "muy, muy pesado que insistió a mis padres en que hiciera deporte. ¡Y descubrí que no me caía y que no me pegaba con nada! Aprendí a nadar, gané en movilidad, fuerza y confianza. Y comencé a crecer en actitud y forma de ser".

El médico acertó con Xavi pero también sus padres, que le proporcionaron una educación en un centro integrado. "El entorno es fundamental. Para no ser un supermán y para que no te pongan las cosas fáciles", indicó, mientras que subrayó que para cualquier niño, independientemente de si tiene una discapacidad o no, la familia es fundamental para crecer. "Según sean tus padres, así será tu futuro".

A los doce años se metió en la competición y con 18 años participó en los Juegos Olímpicos de Barcelona. Allí consiguió sus primeras medallas, aunque ayer descubrió la que tiene mayor valor sentimental. El galardón que le pone los pies en la tierra: la medalla de barro que consiguió en un campamento de verano en 1986. Entonces la capital catalana ya luchaba por ser candidata y aquel adolescente se adelantó a escribir en ella uno de sus sueños: Barcelona 92. Se cumplió.

"El deporte te permite conocerte, ver tus posibilidades, tus capacidades", dijo el nadador, que aseguro que el deporte le ha aportado algo muy valioso: los amigos.

Xavi advirtió de que ese esfuerzo, coraje y actitud positiva que se ponen en la práctica deportiva también hay que tenerla en la vida diaria, porque "la mejor medalla" viene de las satisfacciones personales, de los sueños que cada uno cumple en esta vida. "Aprovechemos las oportunidades, pocas o muchas, que tengamos cada uno. Hay que ponerse a prueba cada día, porque la vida está llena de emociones".

Emociones como las de nadar en travesía abierta en Argentina y toparse con un lobo marino. "Pensé: 'si me come que lo haga rápido". O la de que, tras pedir socorro, le llegara un piragüista "con una sola plaza". "No me podía subir a la piragua. Pero, además, si me subía ¿cómo iba a remar?" Se puso a nadar y llegó segundo.

Aquella experiencia, en un momento de desánimo, le impulsó a plantearse nuevos retos, aunque en la piscina: 24 horas nadando sin parar. Lo consiguió. "El secreto es luchar contra lo imposible, tener coraje, atrevimiento, fuerza. Aunque no se consiga hay que intentarlo".