El patrullero de la Armada española Rayo cumplirá en estas semanas con un recorrido a lo largo de la costa oeste africana, con la finalidad de reforzar la seguridad en la zona. El Buque de Acción Marítima, uno de los más modernos con los que cuenta el Estado, está de regreso a su base en el Arsenal de la capital grancanaria, tras participar en la operación Atalanta, diseñada para combatir la piratería en el Índico. Los asaltos en la costa de Somalia han sido objeto de preocupación para la comunidad internacional, pero no es el único punto en el que han proliferado los incidentes. El golfo de Guinea, que aglutina una creciente actividad de buques y plataformas petrolíferas (parte de los cuales realizan sus avituallamientos y reparaciones en el Puerto de La Luz), también es un área en el que se ha incrementado la inseguridad.

La Cámara Internacional de Comercio alertaba en su último informe sobre la piratería que el oeste africano ya se dibujaba como "la siguiente zona de alto riesgo". En el mismo documento, se recomendaba una acción coordinada de los estados para frenar una peligrosa tendencia: entre enero y marzo se contabilizaron 15 incidentes consumados, a los que hay que añadir los asaltos frustrados. Los piratas roban los grandes tanques de petróleo y secuestran a las tripulaciones, además de saquear equipos y materiales de los buques.

La propia Armada anunció el trayecto del Rayo, sobre el que los medios africanos dan cuenta en estos días. El moderno patrullero se encuentra estos días en Ciudad del Cabo, donde permanecerá hasta el 10 del presente mes. Entre medias, el buque tendrá dos días de puertas abiertas al público, como parte de su misión diplomática para estrechar lazos con la Armada sudafricana, una de las más dotadas del continente.

En su recorrido de vuelta a la capital grancanaria está previsto que haga escalas en los puertos de Namibia, Angola, Gabón, Nigeria, Costa de Marfil, Guinea, Senegal y Cabo Verde. Para cumplir con el mismo fin, y para "fortalecer la cooperación en seguridad marítima con las armadas africanas", según informó el digital Defence Web. Una cuestión, la seguridad, que en los últimos meses han puesto en peligro los piratas, con reiterados asaltos en el golfo.

El Rayo abandonó el Arsenal a comienzos de año para lo que se ha programado como una larga misión en el mar. En febrero partió de Cartagena para incorporarse a la operación Atalanta, diseñada por la comunidad internacional para combatir la piratería en las costas de Somalia y garantizar el tráfico marítimo en el nordeste africano. Durante su despliegue, el buque español escoltó a los buques del Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas (PMA) y prestó asistencia al mercante Royal Grace, cuya tripulación fue secuestrada por un grupo de asaltantes. En total, ha cumplido 85 patrullas antipiratería.

En la actualidad, el Rayo mantiene a cerca de 80 tripulantes a bordo que, cuando hayan regresado a Gran Canaria, a comienzos de julio, habrán pasado casi medio año en misiones en el océano. En su última escala, en Ciudad del Cabo, ha atraído la atención de las autoridades sudafricanas, que en la actualidad se plantean la adquisición de nuevos buques para su flota. La empresa española Navantia, empresa española que ha construido los Buques de Acción Marítima (BAM) de la Armada española, ya ha presentado al Gobierno de Sudáfrica información sobre los navíos que podría ofrecer, a la espera de que se abra el correspondiente proceso de licitación, según distintos medios de alcance nacional. Una delegación de la firma coincidiría estos días con la estancia del Rayo en el país.

El buque, junto al Tornado, el Meteoro y el Relámpago, conforman la flota de BAM destinados al Arsenal de la capital grancanaria. Una dotación que mejora sensiblemente las prestaciones de los antiguos patrulleros, de la clase Anaga, coloquialmente conocidos como los tacañones por el drástico recorte de presupuesto que sufrieron durante su construcción, en los años setenta y ochenta. Éstos se han retirado del servicio de forma progresiva. Uno de ellos, el Grosa, que cumplió 31 años de servicio, fue subastado en abril por 32.100 euros.