En las infinitas estanterías encuentran su descanso personalidades históricas, héroes de cuento, matemáticos, astrónomos, médicos, animales o seres fantásticos, entre otros muchos. Todos ellos presentes y ausentes a la vez permanecen a la espera de volver a cobrar vida bajo la atenta mirada de un ávido lector. Una mente inquieta o unas manos selectas rompen durante un tiempo, no importa cuánto, la armoniosa convivencia marcada por un cuidado orden alfabético. Almacén de sabiduría y de otros mundos, el silencio de su interior solo se ve violado por el ir y venir de los pasos, el movimiento de las hojas o los tímidos susurros. "Sí... la biblioteca tiene vida propia", sentencia Antonio Morales, director de la Biblioteca Pública del Estado. Y su vida corre peligro...

Juan Luis Ponce es catalogador de profesión e inconformista por naturaleza. Lejos de achantarse por los duros tiempos que corren, "en los que el presupuesto está muy ajustado" y no tienen "ni para comprar nuevos libros", no para de moverse en busca de nuevas alternativas que se adapten a la coyuntura. Recuerda con amargura momentos difíciles como aquellos dos meses en los que no tuvieron ni para comprar prensa, pero las miras son altas y el espíritu emprendedor no cesa. "Se está produciendo un cambio que nos lleva a ser cada vez más un centro cultural que una biblioteca en sí", asevera mientras localiza el programa de la nueva oferta: las actividades.

A los 217.000 ejemplares de todas las temáticas y todos los estilos de la entidad inaugurada en abril de 1967, se le une una amplia programación de talleres y conferencias "a los que acuden muchísimas personas", según comenta Ponce. Para él, la evolución y los propios hechos han creado un nuevo perfil de usuario "que encuentra en la biblioteca un lugar de entretenimiento". "Muchos de ellos acuden para participar en las actividades y en algunas hemos tenido que cerrar las inscripciones porque ya no cabían más", explica.

Con especial cariño rememora el 25 aniversario de Piedra Pómez que se celebró en primicia en las instalaciones situadas junto a la estación de guaguas de San Telmo. "Fue un auténtico éxito, tanto que superamos el aforo de nuestro salón de actos y Paco Santana se comprometió a repetirlo una segunda vez un mes más tarde y, en esta ocasión, reunimos a más de 240 personas". El humorista no es el único que puso su granito de arena en el nuevo enfoque cultural que se le está dando a la Biblioteca Estatal, "debido también a la falta de presupuesto para comprar libros". Juan Luis se siente completamente agradecido. "No te puedes imaginar cómo colabora la gente con nosotros para hacer cosas y de una manera totalmente gratuita", comenta dentro de su propio asombro.

Es precisamente ese altruismo de conferenciantes y monitores el que hace que además de talleres permanentes como el club de lectura (todos los lunes de seis a ocho de la tarde), el mes de junio se presente cargado. Para todos los gusto y edades, lo suyo es hacerse un buen horario. Los lunes, de 18.00 a 19.30 horas, los interesados en la fotografía creativa podrán aprender nuevos conceptos a cargo de Noemí Rodríguez. Más cargados están los martes en los que tienen lugar el taller de risoterapia (de 19.30 a 20.30 horas), el Club de Lectura Pintadera (a las seis de la tarde) y la conferencia La ópera y el arte del canto: una visión multimedia. Para los miércoles queda reservado el taller de teatro (de 19.30 a 20.30 horas). El jueves 20 es el día de la proyección del documental Ensueño: un viaje iniciativo hacia el interior , y también el del taller de biodanza y de patchwork. Finalmente, los viernes son para la meditación (19.15 horas).

Los más pequeños también tienen su espacio y protagonismo. Además de la proyección de una película infantil los sábados, cada 15 días, los viernes a partir de las 18.00 horas, pueden disfrutar de una tarde de cuentacuentos. A punto estuvo de desaparecer esta actividad, que salió a flote gracias al propio personal de la biblioteca y de la pequeña Yaiza, que a sus 13 años "es una excelente narradora", según afirma el catalogador. Menos suerte corren los cursillos de verano. "No hay dinero para mantenerlos. A pesar de que muchos padres nos han llamado porque están acostumbrados a traer aquí a los niños, lo cierto es que no hemos podido mantenerlo", explica.

"La existencia de las bibliotecas no corre riegos con las nuevas tecnologías, sino con la falta de recursos", declara con firmeza Morales. Sabe perfectamente de lo que habla. "El volumen de préstamos se ha visto reducido porque no tenemos dinero para hacernos con las novedades". Y sin dinero "tampoco podremos cubrir las necesidades que surgen del nuevo proceso de transformación nacido con las nuevas tecnologías". No obstante, han podido prestar servicios como el acceso a una biblioteca digital para niños y jóvenes con una gran cantidad de textos interactivos en español e inglés. A esta prestación se le unen otras como la posibilidad de reservar la sala de Actos Manuel Padorno o el Aula Polivalente, para eventos de interés social y cultural; o la opción de realizar visitas guiadas o recibir un boletín con todas las novedades vía correo electrónico. "¡También colgamos todo lo nuevo en Facebook (Biblioteca Pública Las Palmas)!", se apresura a añadir Ponce.

Los problemas monetarios no son los únicos que proyectan su sombra sobre el edificio que antes se encontraba en la Plaza de la Constitución. A falta de espacio y por una cesión de un solar, por parte del Ayuntamiento capitalino, se trasladó en 2002 a su actual emplazamiento en plena Avenida Marítima. El cambio le supuso ganar 3.292 metros cuadrados de amplitud, pero también una orden de derribo por parte del Tribunal Superior de Justicia de Canarias (TSJC). "Este es un tema entre los vecinos que denunciaron la pérdida de las vistas del mar y el Consistorio. Nosotros como trabajadores no podemos aportar mucho más, ya que nos vinimos de un edificio y si nos tenemos que ir a otro, nos iremos", aclara el director de la Biblioteca Estatal de la capital grancanaria, a lo que añade que "esto no es más que un botón sobre cómo funciona este país".

La preocupación y dedicación de los 29 trabajadores de la entidad está concentrada en las más de 1.200 personas que cada día pisan cualquiera de las tres plantas del inmueble. "El año pasado se registró una cifra de 435.000 usuarios", cita Antonio Morales. De ellos, "84.979 son lectores", mientras que el resto participan a través de otras prestaciones y ofertas. El catálogo cuenta con más de 150.000 documentos, en su mayor parte disponibles para sacar en condición de préstamo. En él se encuentra un fondo general, con libros que abarcan hasta una decena de categorías diferentes; un fondo local con al menos un ejemplar de todo aquello que se publique en la provincia de Las Palmas; un fondo infantil- juvenil con material que abarca una gran variedad de ámbitos para niños de cero a 14 años; materiales audiovisuales entre DVD y CD; obras de referencia aptas para la consulta de las mismas; hemeroteca con publicaciones y revistas periódicas; prensa local y nacional, una comiteca, un fondo de libros y revistas antiguas (anteriores a 1958), otro de publicaciones en otros idiomas; así como libros para ciegos y boletines oficiales.

La variedad está asegurada para aquellos que se decidan a pasar por la Biblioteca Estatal de 8.30 a 21.00 horas, de lunes a viernes o de 10.00 a 14.00 horas (también los domingos) y de 17.00 a 20.00 horas los sábados. "Hay muchas más personas con carné de biblioteca que con el de una federación deportiva", apunta el director del centro. "La gente vuelve a estudiar, a documentarse... esto es mucho más que una biblioteca en sí, es un punto de encuentro al que no solo acuden estudiantes. No podemos olvidar que la biblioteca tiene vida propia".