El Ayuntamiento se ha comprometido a colaborar con Gamá (el colectivo de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales de Canarias-LGTB) para que el próximo curso escolar se impartan talleres y charlas sobre diversidad sexual en los centros de Primaria que lo requieran, tal y como actualmente se hace en los institutos de la capital, para combatir la homofobia y sensibilizar a los más jóvenes del daño psicológico y físico que pueden ocasionar a un compañero de su misma edad, que incluso ni siquiera es consciente de que le gustan las personas de su mismo sexo o no tiene claro aún su identidad de género. La iniciativa se toma tras los resultados del primer estudio realizado por la organización, en colaboración con el Consistorio, para detectar si los adolescentes rechazan a los compañeros que manifiestan o no su orientación sexual. La investigación ha revelado que el 56% de los jóvenes se ha sentido discriminado por ser homosexual o bisexual o "por parecerlo".

"Soy heterosexual pero afeminado, y siempre se ríen. Una vez me pegaron y hasta acabe en el hospital", "Soy un poco afeminado, y me llaman maricón", "Soy heterosexual, pero mi hermano fijo me llama maricón". Son confesiones de algunos de los 604 alumnos de ambos sexos encuestados, entre 11 y 21 años de edad, en ocho centros (siete institutos públicos y privados y un centro ocupacional) de la capital.

El estudio, presentado ayer por el colectivo en su sede de Tomás Morales, es bastante relevante. No solo por los resultados sino porque apenas hay investigaciones en nuestros país al respecto, curiosamente cuando España es uno de los más avanzados en materia legislativa en cuanto a derechos del colectivo. Tan solo los ayuntamientos de San Bartolomé y Coslada (Madrid) cuentan con trabajos similares.

Actitudes ante la diversidad sexual de la población adolescente de Las Palmas de Gran Canaria, título de la investigación, revela que el Bullying homofóbico existe dentro de las aulas, independientemente de la realidad social en la que esté ubicado el centro, las condiciones sociales, culturales y económicas del alumno y de que los chicos vivan en una ciudad, aparentemente más abierta a la diversidad que en el ámbito rural.

La mayoría de los adolescentes entrevistados, un 92%, se considera heterosexual, mientras que un 6% manifiesta una orientación afectivo-sexual. Tan solo un 2% no lo tiene claro o no dice su opinión.

Los estudiantes reconocen que existen actitudes de fobia hacia los compañeros LGTB. Un 21% ha escuchado o presenciado insultos en el centro, un 19% hablar mal de una persona, un 19% ha escuchado burlas, un 13% ha visto como se deja de hablar a personas por el hecho de ser LGTB, un 11% ha escuchado amenazas, un 10% como se les tira objetos y un 7% ha presenciado hasta palizas.

Un 38% confiesa además haber hablado mal de las personas LGTB, un 23% asegura haber participado en alguna burla y un 3% reconoce haber dado palizas.

La psicóloga, María José Hinojosa, una de las investigadoras, explicó ayer que "ni los centros ni el profesorado son conscientes de estas actitudes" y que incluso "se sorprenden" cuando se les dice que en su centro ocurren hechos de ese tipo. Tampoco herramientas para abordarlo. "En aquellos centros que hemos dado charlas están más sensibilizados. Pero no se puede abordar la homofobia solo con charlas puntuales, éstas tienen que ser continuas porque un centro es un espacio vivo", dijo, mientras señaló que el esfuerzo tiene que venir desde la Consejería, responsable de los planes académicos.

Gamá recalcó además que los jóvenes tampoco cuentan con "referentes" en el aula porque muchos docentes ocultan ser LGTB bajo el marco de su vida "privada" cuando la orientación sexual es una manifestación "pública". El estudio revela también datos acerca de si los jóvenes reconocen ante familias, amigos y compañeros su orientación y de cómo combatirían la homofobia.