Rubén Frade Santana es un tipo que sabe que gusta. A sus casi 24 años consiguió meterse en el bolsillo a futbolistas como Raúl o Zidane, con quienes se retrató en varias ocasiones junto al resto de la plantilla del Real Madrid de aquel momento. Las pruebas fehacientes de ello lucen en la estantería del salón de la bisabuela Tata. Además de su encanto natural, "el niño" -como todos le llaman cariñosamente- tiene un don que se evidencia en el primer intercambio de miradas. Amplia, natural y entusiasta, es la sonrisa de Rubén una de esas sonrisas que hacen olvidar las penas, el mal de amores, las discusiones de la noche anterior, las preocupaciones laborales y hasta la hora. Su alegría cautivadora termina por contagiarse y él es consciente de ello porque, definitivamente, sabe que es de esas personas que acaparan la atención y dejan huella.

Todo el mundo lo dice: "Rubén es un niño con parálisis cerebral diferente", cuenta con orgullo, mientras acuna a la pequeña Candela, Maika Santana, su madre. Nada, por muy duro que pueda parecer, consigue mermar su espíritu risueño. No obstante, hay algo que desde hace un tiempo a todos les preocupa y literalmente incomoda al primogénito de cinco hermanos: la silla de ruedas en la que pasa la mayor parte del día y que ya acumula demasiados arreglos caseros del abuelo Santiago.

"Se le ha quedado pequeña. Necesita una nueva silla especial, que se adapte a su cuerpo, a sus caderas... pero vale 7.000 euros y nosotros no podemos hacer frente a ese gasto. Es más, la de ahora, la tiene gracias a una subvención que le dio una empresa hace ocho años", explica la progenitora con la benjamina de su prole, de tan solo ocho meses, ya dormida en su regazo. A su lado, Sergio Camacho, conductor de la guagua del servicio especial para personas con movilidad reducida (PMR), escucha una historia que ya conoce y ante la que no ha podido mantenerse impasible.

Cuando en uno de los trayectos de vuelta a casa Rubén le habló de aquello que le inquieta, Camacho tuvo claro que había que hacer algo que fuese efectivo y sencillo. Algo tan al alcance de la mano de cualquiera como es no tirar las tapas de plástico de garrafas y botellas y que "puede cambiar la vida de personas como la del niño". Los primeros pasos los dieron, hace poco más de una semana, la empresa de Guaguas Municipales y los costaleros de la Virgen del Carmen de La Isleta, barrio en el que reside además la familia.

De promover la iniciativa, dentro de la empresa municipal, se encargó, como no podía ser de otra manera, el chófer. Cosa de la madrina de Rubén, María del Carmen Pérez, fue hablar con los costaleros, quienes en seguida se ofrecieron a colaborar y se pusieron manos a la obra para localizar las empresas a las que llevar las tapas. Quedaron así establecidos los puntos de recogida a los que los que quieran colaborar pueden llevar sus pequeñas o grandes aportaciones.

Además de a la casa particular del "niño", la parroquia de la Vir-gen del Carmen de La Isleta o la propia cochera de Guaguas Municipales, los ciudadanos podrán depositar las cubiertas de los recipientes en cualquiera de las terminales de la compañía, repartidas por toda la capital. Asimismo, cuenta que la asociación benéfica interna existente en Guaguas Municipales, ABS La Cochera, decidió destinar a la causa de Rubén, la partida del próximo año de los 1.500 euros anuales previsto para ayudas externas.

"Tenemos también intención de repartir una circular informativa a todos los conductores para que en las mismas guaguas, los usuarios puedan entregarles directamente a ellos los tapones de plástico", apunta Sergio Camacho dentro del propio "vehículo PMR", que desde hace seis años conduce. El servicio, conocido oficialmente con el nombre de Guaguas Amarillas -"a pesar de que todas tienen el mismo color", matiza entre risas Julián Darias, automovilista también de esta ruta desde sus inicios- existe desde hace más de una década.

Cada mañana, el transporte público recoge "puerta a puerta" a Rubén y sus compañeros de viaje para llevarles al colegio, centros de día para personas con alzhéimer o párkinson o centros de rehabilitación. Algunos fines de semana, gracias a la colaboración de los voluntarios, hacen algunas "escapaditas" lúdicas al cine, la playa o centros comerciales. "Es una gran tranquilidad para nosotros, además de la seguridad y familiari-dad que ofrece el servicio, por no hablar de lo que Rubén quiere a los conductores", explica Maika. Ello también le quieren a él después de tantos años, casi los mismos que lleva la Guagua PMR en activo, compartiendo viajes, anécdotas y mucho cariño.

Ninguno, y mucho menos Frade, pueden retener la carcajada cuando Julián Darias recuerda el día en el que durante todo el trayecto hasta el colegio, hubo un sonido "extraño" que les acompañó. "Pensé que era el motor y empecé a agobiarme por si nos quedábamos tirados con los chicos en el interior", comienza la historia Darias, "pero cuando ya nos quedamos solos, descubro que el ruido sale de la maleta de él". Un guiño de complicidad. "¿Tú no serás un terrorista que quiere volar la guagua?" Obviamente no. Solo era el cepillo de dientes que había olvidado apagar.

El amarillo medio de transporte le ha dado el amor de Vicky y el apoyo incondicional de quienes pasan por ella. "Este niño fue la luz que me guió para volver a levantar la cabeza en uno de los momentos más duros de mi vida", se sincera Camacho. Y es que con esa vitalidad, ¿cómo no va a ser el mimado de la bisabuela Tata, de los abuelos Santiago y Paca, de sus padres y hermanos, de los conductores y de La Isleta?. Sí... Rubén sabe que gusta tanto como a él le gustan el Real Madrid y la música -y no los pantalones de pana, que quede claro- y ayudarle es tan sencillo como lo es un tapón de plástico.

Varios puntos de recogida

La Isleta: Lugar de residencia de la familia y parroquia del Carmen

Para los isleteros todo será más fácil. Si por casualidad o cercanía pasan por la plaza Ferreras, encontrarán en la puerta de su casa a un joven en silla de ruedas, que no dudará en regalarles un "hola" con la mejor de las sonrisas. Devuélvanle el saludo, le conozcan o no, así, sin timidez, y de paso, pueden entregarle a Tata las pequeñas tapas.

Los costaleros de la iglesia de Nuestra Señora del Carmen también recogerán gustosos los tapones.

Guaguas Municipales: Cochera y terminales

Por lo pronto, en las cocheras de la empresa municipal, situada en El Sebadal hay dos contenedores azules que poco a poco se van llenando con la colaboración ciudadana, fruto del boca a boca de los conductores y los carteles que ha ido pegando en algunos puntos de la Isla Sergio Camacho. Asimismo, los conductores informaron que aquellos que quieran ayudar a que Rubén tenga, lo antes posible, la silla de ruedas adaptada que tanto necesita, pueden dejar los tapones de plástico en cualquiera de las terminales de guaguas municipales, a la espera de que se pueda hacer en breves también en los mismos medios de transporte.