¿Qué opinión le merece que desde Las Palmas de Gran Canaria se mire a Barcelona como ejemplo en el impulso de la industria de los cruceros, y, especialmente, en el modelo de conexión Puerto-ciudad?

En el tema de los cruceros, sin duda, los proyectos de terminales privadas ayudaron en nuestro caso. También que estuvieran ya preparadas de antemano para que pudiéramos operar como puerto base, y la inversión mínima que tuvo que emplear la Autoridad Portuaria en las terminales públicas. Somos el único puerto del Mediterráneo con seis terminales con todo tipo de servicios, parkings y demás para ser puerto base. Ese es un tema muy importante. A esta buena gestión de las operaciones portuarias habría que unirle el atractivo de la propia ciudad de Barcelona, que ha ido creciendo muchísimo en los últimos 15 o 20 años. Yo diría que desde los Juegos del 92 para acá. Ahora mismo somos uno de los puntos de interés turístico más atractivos de Europa.

¿Tiene Las Palmas materia prima para seguir un camino similar en su región atlántica?

Sin duda. Los puertos canarios, y el de Las Palmas, en concreto, tienen un potencial grande en el mercado de los cruceros. Primero, por un tema de estacionalidad. Son una alternativa de temporada alta, distinta al resto de la oferta europea. Hablamos de dos polos del mercado en Europa, el Atlántico y el Mediterráneo. Las Palmas se posiciona con una singularidad, lo cual es un activo importante. Y luego está el propio atractivo histórico de la ciudad. Juntando estos dos componentes, es seguro que la actividad de cruceros en la Isla va a ir a más.

En la capital grancanaria se habla ahora de un acuario como factor de atracción para el sector, la renovación de las conexiones urbanas...

El desarrollo del Puerto-ciudad, que en el fondo fue el traslado de la zona portuaria restringida hacia el sur en Barcelona, ha sido un éxito. Hubo años en los que el Puerto invirtió muchísimo dinero en esa transformación. Y en contrapartida, hoy la actividad de esa zona Puerto-ciudad es también una ayuda económica a toda la actividad comercial de la Autoridad Portuaria. El conjunto de ingresos que se derivan de esas concesiones son relevantes. Por lo tanto, aquél esfuerzo inversor de hace 15 o 20 años tiene para nosotros su propio retorno económico. Y luego, creo que es muy importante la fórmula bajo la que decidimos gestionar ese proyecto Puerto-ciudad. En nuestro caso, fue la sociedad Port 2000, de titularidad portuaria pero también de carácter autónomo, sólo destinada a este fin. El consejo lo compartimos representantes del Puerto con representantes del Ayuntamiento.

Una garantía para que exista esa sintonía necesaria en ambas instituciones.

Nosotros tenemos muy claro de que más allá de que esa entidad sea del Puerto que en todo lo que son las definiciones de uso, los planeamientos urbanísticos y etcétera, de alguna forma, cedemos claramente la iniciativa al Ayuntamiento. Evidentemente, siempre se comparte y existe un consenso, pero seguimos dejando ese aspecto a la administración municipal. Porque también mantiene la autoridad urbanística sobre la zona.

En lo que atañe a los objetivos de su misión, el incremento de los tráficos comerciales entre ambos puertos, ¿qué le puede dar Las Palmas a Barcelona?

Creo que Las Palmas le puede dar una mayor actividad. Y viceversa. Es lo que todo procuramos en este punto.

¿Influye el previsible incremento del tráfico ro-ro que se espera en la costa occidental africana para que Barcelona quiera estar ya posicionada?

Ya hay conexiones ro-ro entre Las Palmas y Barcelona, con lo que en el futuro se pueden facilitar conexiones y transbordos en ese sentido. Pero pienso que lo que perseguimos es que también en aquella actividad propiamente de exportación e importación, que la hay en Las Palmas, Barcelona sea la puerta prioritaria de conexión con la Península y con el sur y el centro de Europa.

¿Esta vista es una reacción a todo lo que se está moviendo en el tráfico de mercancías, la alteración de los tráficos globales, alianzas entre navieras..?

No hay que ir a ese punto. Esto es otro ámbito. Se trata de expresar una voluntad de crecer en los hinterlands [tierras adyacentes a los muelles} de ambos puertos. Nuestros esfuerzos van por aumentar nuestra presencia en red de conexiones comerciales en zonas más amplias que las que tradicionalmente han sido de la influencia de Barcelona, como es el caso de Catalunya. Se trata de facilitar la llegada de los productos que se exportan desde Canarias a mercados amplios, a los que tenemos acceso, con un único destino portuario. Con una economía de escala.