Entre la playa... y el muelle de cruceros. La Policía Turística de la capital grancanaria, que integran una veintena de efectivos de la Policía Local, también vela por la seguridad en el desembarco de los cruceristas, justo en la boca de salida del muelle Santa Catalina. El oficial Óscar Henríquez y el agente Emilio Santana son dos de los encargados de cumplir con esta tarea, ataviados con el característico uniforme de corto del cuerpo de seguridad municipal. Y ayudados de su bici, impagable transporte para un entorno fundamentalmente peatonal, como es el caso del paseo playero o la calle Luis Morote (la que toman muchos extranjeros para cruzar el Istmo), y el más pedestre entorno de El Confital. Ambos certifican que la capital "es una ciudad segura", donde los pasajeros que vienen de fuera apenas corren riesgos.

El del hurto es el mayor de ellos en el municipio. El típico despiste que aprovecha un caco avispado en la playa, por ejemplo. Para combatirlo, la Policía Turística patrulla en el entorno, en el cual lo que "es muy raro ver son los tirones o los robos con fuerza. Esos son ya casos extraños", apunta el oficial Henríquez, quien avala el carácter "amable" de una urbe que vive su mejor momento en lo que atañe al turismo de cruceros: medio millón de visitantes registrados en la última temporada alta, la de los meses de otoño e invierno.

Cuando llegan estos grandes barcos de recreo, la Policía Local activa el correspondiente dispositivo de emergencia. Las patrullas de 17 agentes turísticos, bajo la coordinación de dos oficiales y un subinspector, permanecen alerta para que los visitantes transiten con seguridad. El pasajero de estos buques "es muy amable y educado, eso sí: te piden un montón de fotos con ellos. Y si ven la bicicleta, más", comenta Henríquez, consciente de que su presencia en la salida del muelle o en la playa también se convierte en una imagen típica que persiguen las cámaras de los extranjeros. Ellos, los efectivos policiales, se prestan sin descuidar sus obligaciones. También son embajadores del municipio de cara a quienes llegan del exterior.

Lejos queda ya aquella imagen tópica que retrataba a un policía local cuyo único objetivo en la playa era la de quitarle el balón al chaval desinquieto y de hábito molesto sobre la arena. Hoy, el radio de acción de estos agentes se ha ampliado, entre otros puntos, al muelle de cruceros, en el cual la vigilancia resulta un apartado fundamental para que el turista no corra el riesgo de llevarse una mala experiencia, aún en un enclave, el de la capital grancanaria, que no destaca precisamente por los altercados indeseados con los pasajeros.

"Aunque lo del balón lo tenemos que seguir haciendo", confirma Henríquez, porque "la playa ya tiene su zona para los deportes, que es La Cícer". En el resto de Las Canteras, el público "también tiene derecho a que no se le moleste". A veces, son algunos turistas los que revelan un comportamiento impropio. Como el caso de ciertos visitantes rusos a los que los agentes locales han tenido que llamar la atención y retirarles del botellón practicado en el paseo playero. "Y no es fácil", comentan, "porque son gente muy grande".

Otras veces el cuerpo de seguridad municipal ha detectado la presencia de visitantes de origen rumano que, detrás del tránsito de cruceristas, han intentado "pedir para una supuesta ONG", en una actuación con la sombra de la estafa. En todo caso, se señalan estas anécdotas más como situaciones puntuales que como verdaderas amenazas regulares para el turista.

"El esfuerzo está en la prevención", recalcan los efectivos policiales. Ése es el verdadero mérito de su trabajo: que no se detecten incidencias relevantes en torno a un mercado en auge en la ciudad, con visos de consolidarse en las próximas temporadas. Una tarea, la de prevenir antes que intervenir, para la cual estos efectivos de la unidad turística visten de corto y con playeras. "Parece que no, pero recorrer de un lado a otro la playa, venir hasta aquí, coger la bici... sería muy incómodo con otro uniforme", convienen los protagonistas de la historia. También actores en el negocio de los cruceros, que en todo parece notarse en la capital.