De azul oscuro, con su esposa cogida del brazo y el pelo blanco pegado a las sienes. El empresario José Miguel Suárez Gil contrajo ayer matrimonio con Elsa Rodríguez Alemán en la Ciudad de la Justicia de Las Palmas de Gran Canaria, a escasos metros de los juzgados penales que aguardan por su presencia para enjuiciarle por los enfrentamientos protagonizados con su exmujer, la abogada Josefina Navarrete. Un intento de rehacer su vida y dejar atrás ese mes de enero de 2011, sí, en el chalé de Tafira, cuando el expresidente de la Cámara de Comercio de Las Palmas perdió las maneras y encañonó a Navarrete con una pistola. "¿Dónde quieres el tiro?", le espetó a su pareja en ese entonces. Luego dos agentes del Cuerpo Nacional de Policía (CNP) irrumpieran en la vivienda y pusieran fin a esa rocambolesca situación, con el arresto de Suárez Gil y su ingreso en prisión preventiva.

Y es que el empresario aún tiene varios procedimientos pendientes de resolución, entre ellos un juicio por las armas encontradas en el registro policial y otro derivado del presunto quebrantamiento de la condena que le fue impuesta por apuntar a Navarrete con una Smith & Wesson preparada para disparar. Por esas amenazas de muerte fue sentenciado a un año de prisión, pena que cumplió a medias, pues se saltó un centenar de veces la orden de alejamiento y está acusado por el incumplimiento de esa medida de seguridad. Tanto la Fiscalía como su anterior esposa reclaman año y medio de prisión, pero el Juzgado de lo Penal numero 5 ha suspendido tres veces la vista oral por culpa de la mala salud que Suárez Gil dice arrastrar. Lo mismo ocurrió a mitad del mes pasado con el juicio por la tenencia ilícita de armas, aunque ese señalamiento se aplazó por la renuncia a última hora de su letrada. En ese caso se enfrenta a tres años de prisión.

Por todas esas vicisitudes causó ayer sorpresa la presencia del expresidente de la Cámara de Comercio en el Registro Civil de la Ciudad de la Justicia. Los abogados de paso, al ver a Suárez Gil a la puerta de los juzgados, bromeaban y preguntaban por el inicio del juicio eterno, pero el empresario no estaba allí para eso. "Vengo a un acto privado y no quiero hacer declaraciones", respondió con una educación exquisita minutos antes del enlace.

Fue una boda sencilla, sin arroz a la salida y escasos invitados, sólo ensombrecida, quizás, por esos problemas pendientes con la Administración de Justicia. El también ex diputado regional no quiso comentar su situación personal, aunque no se le veía preocupado, sino más bien feliz por esta nueva oportunidad en la vida.

Los jueces ya le han puesto fecha a esos juicios: el de la tenencia ilícita de armas está fijado para el próximo miércoles 26, al tiempo que el quebrantamiento de condena ha sido señalado para el día 1 de diciembre. La vista oral de este último procedimiento estaba condicionada a un informe pericial encargado por el Juzgado de lo Penal número 5, cuya titular ordenó un reconocimiento médico del empresario para determinar si tiene algún problema de salud que le impida asistir al juicio. Los forenses, tras examinarlo, han concluido que está en condiciones de ser enjuiciado. De ahí que la magistrada lo haya emplazado para diciembre. Hace un mes, cuando se aplazó por tercera vez la vista, la juez le advirtió con detenerlo si volvía a faltar a un citación sin una causa justificada.