La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Sentido del ornato

Desde perros de fibra de vidrio y aborígenes que se despeñan, hasta dispositivos en forma de coche para aparcar bicicletas, en Las Palmas son muchos, y muy opinables, los ejemplos de decoración urbana

Estacionamiento para bicicletas en la calle Fernando Guanarteme. MARIANO DE SANTA ANA

Todo es opinable, quizá, -sobre esto hay diversidad de opiniones-, pero hay asuntos más opinables que otros. En este último extremo, por ejemplo, muchos de los elementos de ornato urbano desperdigados por Las Palmas a lo largo de los años. Piénsese si no en esos perros de fibra de vidrio coloreados como muñecos y disfrazados como si fueran vaqueros, tazas de café con leche o jugadores de baloncesto, que invadieron hace un tiempo la ciudad, en la que quedan algunos. Hay a quien le atraen sobremanera y se toman fotos junto a ellos. A otros, en cambio, tales ocurrencias no les parecen sino deposiciones.

A alguien se le ocurrió que lugares emblemáticos, como las plazas de Santa Ana y de San Agustín, podían ser mejorados con artefactos con lemas como "Vive Vegueta", construidos con grandes letras rellenas de plantas. Pero dado que aquí el verbo vivir lo mismo puede estar conjugado en presente simple que en imperativo, no queda claro si el cerebro de tamaña operación quiere certificar que el barrio histórico está vivo, que ni se despuebla ni se arriesga a convertirse en un cementerio frecuentado por turistas, o bien que ordena al ciudadano que disfrute de esta parte de la urbe, como, por lo demás, alguno ya hacía hasta que estos artilugios vinieron a interponerse entre su vista y el patrimonio histórico.

En el ornato del espacio público de Las Palmas sobreabundan, pues, los elementos opinables, aunque en este caso quizá no siempre sea aplicable la expresión popular "y eso es lo bonito". Con algunos ocurre que con el paso del tiempo ya ni se opina: la caseta recubierta de azulejos cerámicos ubicada en la confluencia de la calle Lentini con Triana; la torre, vestigio de una vivienda-castillo construida en el siglo XX, que interrumpe el paseo de La Laja; la mujer y la jirafa metálicas que se observan mutuamente sobre el césped del Parque Doramas? Sobre otros sí se emiten juicios, aunque públicamente sólo en forma de florilegios y reverencias: la espiral erigida en su momento, a modo de perifollo de rotonda, en la Circunvalación, y que ahora tapona la visión de la calle Triana desde San Telmo. Una espiral, ¿será un homenaje del autor al dispositivo intrauterino de anticoncepción o simplemente una manera enroscada de decir 'Vive Triana'?

Y bien, la lista de ejemplos opinables de ornato urbano de Las Palmas puede ser interminable: esos aborígenes de bronce que se despeñan ante el Hotel Santa Catalina, esa especie de nadadores oxidados en una piscina oxidada en el Paseo de Las Canteras, esos tubos de color violáceo en la rotonda de Tenoya, esa marquesina del Puerto que recuerda a la antigua marquesina del Puerto, emplazada en otro lugar muy próximo donde también se construyó una marquesina en recuerdo de aquella? Ninguno, quizá, quizá, quizá, como esos dispositivos para estacionamiento de bicicletas emplazados recientemente y ¡que tienen forma de coche! También aquí hay materia de opinión. Pero lo que transmite su forma es irrefutable.

Compartir el artículo

stats