Los ginecólogos del Hospital de la Candelaria achacaron las lesiones de la recién nacida a la "vuelta del cordón umbilical" y al "aprisionamiento" que este le provocó en el momento de la expulsión, pero los jueces, al interpretar los informes periciales, niegan que el uso del fórceps sea la causa del sufrimiento fetal, sino que lo achacan al retraso en reaccionar del equipo médico. Estos debieron extremar las medidas de control del parto desde que detectaron el líquido amniótico teñido. Esa falta de celeridad es la que motiva la condena, pues ni siquiera una cesárea hubiera salvado a la niña de los daños debido a todo lo que tardaron en reaccionar. Manuel Reyes
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