"Tienes que mantener totalmente el equilibrio, sin moverte", explica Estela a uno de los chicos que, con cierta habilidad, consigue sostenerse en una de las tablas que Hopupu Surf Club tiene desplegadas en la plaza de Canarias. De entrada, el circuito parece sencillo, pero la realidad es que existe el riesgo de ir contra el suelo si no se siguen correctamente las instrucciones que los profesionales van marcando. "Esta", señala Estela una de las piezas de madera sobre un disco sensorial de color naranja, "es la más complicada porque se mueve para todos los lados y es como si estuvieses en el agua". Se prepara para subirse a la de al lado. "Con esta otra se aprende a hacer la transferencia positiva, cuyo movimiento es parecido al que se hace cuando entras en el mar", apostilla después de bajarse con elegancia del tablón apoyado sobre un cilindro negro.
La técnica, que tiene su aquel si se carece de experiencia y requiere su tiempo, es una de las que el club deportivo emplea para enseñar a todas aquellas personas con diversidad funcional que quieren aprender a surfear. "Estos ejercicios, en concreto, son los que se hacen dentro de las aulas, pero las clases también tienen lugar en piscinas o en la playa de la Laja", explica la joven al respecto de estas lecciones de surf terapéutico que están completamente adaptadas a las necesidades y capacidades de los pupilos.
