Pepe el Limpiabotas ya no es solo un recuerdo en la memoria de los habitantes y visitantes de Las Palmas de Gran Canaria asiduos al Parque Santa Catalina. Desde ayer forma parte del mobiliario urbano de la zona de ocio y esparcimiento, como antaño, solo que en una versión estática y dura, a tamaño natural que ha captado la esencia del personaje para rendir homenaje a la persona y a su oficio.

Betunero es el nombre de la nueva escultura que desde ayer hace compañía a Lolita Pluma. Pepe y Lolita, él con su caja, su cepillo en mano y el taburete para los clientes, ella con su inseparable cohorte gatuna, devuelven la memoria a otros tiempos de esplendor del Puerto y el Parque, el entorno que ambos transitaban a diario, donde convivían y conversaban con clientes y amigos.

La estatua descubierta ayer, instalada en la confluencia del Parque con la calle Ripoche, fue encargada por el Ayuntamiento en reconocimiento al tradicional oficio de limpiabotas establecido en la zona durante décadas. Afirma que representa a "un limpiabotas anónimo", porque pretende ser un homenaje a todos lo hombres que daban lustre a los zapatos en la zona y mantuvieron vivo esa labor, pero inevitablemente en la memoria de quienes conocen el lugar de toda la vida se alza con fuerza el nombre de Pepe el betunero de entre todos los que ejercía el oficio, porque él con su pierna ortopédica -paradojas en la vida de un limpiabotas- destacaba sobre los demás.

A Pepe se refería Ángel Tristán Pimienta en las páginas de este diario en febrero de 2013, con motivo de un trabajo dedicado a los personajes que jalonaban el paisaje del Parque en sus recuerdos. Los filósofos del Parque se titulaba aquel escrito de Tristán Pimienta y en él desvela la identidad de aquel betunero. José Rodríguez Bernal se llamaba y cuenta que había perdido una pierna a los ocho años en un accidente de tranvía. Era, al parecer, un gran conversador, y contador de historias, que deleitaba a la audiencia con el relato de sus viajes.

Siempre se quitaba la pierna ortopédica para trabajar, una pierna que "al principio fue de palo y más tarde articulada", cuenta Tristán Pimienta. Según decía el propio Pepe, "de rodillas es imposible llevarla". Cierto es que la escultura de Chano Navarro Betancor se presenta de rodillas y muestra sus dos piernas, pero por ese detalle relevante el limpiabotas o betunero de Ripoche no va a dejar de ser Pepe para la memoria colectiva.

Para José Rodríguez Bernal "el trabajo era lo primero", relata Tristán. También destaca que era un betunero "singular", que nunca se dejó vencer por su discapacidad. "La invalidez, decía, no era una enfermedad que le incapacitara "como persona humana", señala el periodista. Y detalla que trataba de vencer sus discapacidad "todos los días, con largas caminatas, o nadando: le gustaba batir sus propios récords. De la orilla a la barra, la playa de lado a lado, o una travesía a mar abierto desde la matazón, por la desembocadura del Guiniguada, al muelle Santa Catalina, siete kilómetros agotadores con una sola pierna".

Quienes tuvieron el gusto de conocer a Pepe el betunero saben, como el periodista, que "disfrutaba tertuliando en la terraza del Guanche o de La Peña, contando sus hazañas a comerciantes, rentistas o empleados de banca. Pocos habían tenido la oportunidad de recorrer mundo". Y así continúa el relato sobre el limpiabotas que ha quedado impreso con más fuerza en la memoria de los habituales del Parque.

El conjunto escultórico se encuentra formado por la figura de un hombre agachado y apoyado sobre una almohadilla, con una caja de betunero y junto a una silla, pensada para que todo aquel que se acerque se pueda sentar en ella, y pueda fotografiarse poniendo el pie sobre la plantilla de la caja. Asimismo, la obra va acompañada de una placa, con una leyenda poética de Oswaldo Guerra que puede leerse en español y en inglés. La leyenda es una invitación al viandante a detenerse, a sentarse en el taburete del betunero y a presentarle el pie para que saque lustre a su zapato.

El conjunto, explicó ayer el Ayuntamiento en una nota, está realizado a escala natural "con la intención de que el ciudadano participe del espacio de la escultura, teniendo la oportunidad de entrar en él, y se integra en el entorno del Parque de Santa Catalina, que presenta un aspecto renovado tras las obras de remodelación llevadas a cabo recientemente".

Del mismo modo, apuntó que la escultura está realizada por el procedimiento de fundición a la cera perdida, usando moldes de arena y de malaquita. "Navarro Betancor comenzó el modelado de la obra en agosto de 2014 y ha trabajado en ella desde entonces sin descanso, siguiendo el proceso de tallado, realización de los moldes de reproducción, repaso de las ceras, realización de los moldes de fundición, soldaduras y, finalmente, la limpieza de los bronces, el repasado mecánico y las pátinas químicas", aseguró.