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Aquí la Tierra Modos de expresión

Muro invisible

En la novela 'María y yo', el historietista Miguel Gallardo relata las vivencias con su hija autista, que reside en la ciudad

Muro invisible

Una ciudad es una aglomeración de edificios, calles, plazas, parques, infraestructuras y otros elementos materiales, pero también de habitantes. Sin habitantes no habría ciudad o ésta, todo lo más, sería la suma de vestigios de una ciudad muerta. Es por ello que para adentrarse en el campo de fuerzas de una ciudad, pongamos que Las Palmas, es necesario saber algo acerca de quienes la habitan. Aquí es donde entra María.

María, María Gallardo, es hija de Miguel Gallardo, historietista, creador de Makoki, uno de los personajes más corrosivos de la historia del cómic español. Cuando esta historia transcurre María tiene doce años y vive en Las Palmas con su madre. María padece autismo. Miguel, que reside en Barcelona, viene con frecuencia a la isla a pasar unos días con ella. De una de estas estancias nace María y yo, la novela gráfica que Miguel Gallardo publicó en 2007.

Premio Nacional de Cómic 2008, esta obra, editada por el sello bilbaíno Astiberri, está realizada sin alardes formales, con trazas claras y sintéticas, como las que Gallardo usa para comunicarse con su hija. Fundidos en el relato, texto corrido, historieta e ilustración transmiten empatía al lector y le hacen ponerse, de alguna manera, en la piel de María.

Entre Las Palmas y el sur turístico, la trama otorga una tensión considerable a ambos escenarios, a veces telones de fondo, a veces figuras en primer plano. A través suyo, entreverados con la historia de uno de los habitantes de la ciudad, lo extraño se instala en el corazón de lo familiar.

Lejos quedan aquellas historietas golfas y desquiciadas de Makoki con las que Miguel Gallardo enganchaba a los lectores de la revista El Víbora en los años ochenta. En María y yo todo exhala humor tierno y melancolía suave para mostrar el "muro invisible [que] rodea a María cuando la gente la ve por primera vez o se cruza con ella. Un muro de miedo a lo desconocido y de extrañeza". Con todo, dice el artista, "la gente que llega a conocerla, aunque sea fugazmente, queda encantada al ver que el muro que han levantado no es tan alto".

Las páginas de la novela despliegan listas de personas, pictogramas de las acciones rutinarias de María -vestirse, jugar, ver la tele?- y dibujos de los compañeros de clase de su escuela de primaria, el Colegio Salvador Rueda. También esquemas de lugares: dos palmeras cruzadas representan el sur, un coche y una flecha, la carretera, y la Panza de Burro sobre el Hiperdino Las Palmas.

Tal vez a estas alturas resulte innecesario, si no es que banal, reivindicar el valor de la novela gráfica, la última tentativa del cómic de asaltar el bastión de la alta cultura. En cualquier caso María y yo -la primera vez, quizá, en que aparece Las Palmas en uno de los formatos expresivos emblemáticos de los últimos años-, se sitúa en el nivel del gran arte.

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