Nieves Oliva se santigua cada vez que un nuevo paso sale por la puerta de la iglesia de Santo Domingo. "La fe mueve montañas", asegura, mientras no pierde de vista lo que sucede frente a ella. El olor a incienso se hace más fuerte en la abarrotada plaza donde la música cofrade marca el ritmo de la noche. El Cristo con la Cruz a cuestas, ayudado por el Cirineo, es el primero en recorrer el empedrado urbano del casco histórico capitalino. Le siguen San Juan, La Magdalena y La Verónica. La última en aparecer ante los numerosos feligreses es Nuestra Señora de Los Dolores de Vegueta que, al igual que el resto de imágenes, se perderá por las calles del centenario barrio para terminar con el emotivo y esperado encuentro en Santa Ana.

Frente a la puerta del templo, Nieves Oliva, Conchi García y Mariceli Cabello disfrutan de lo que para ellas es una cita marcada en el calendario, estén donde estén. "Si podemos y estamos en la ciudad, venimos y si no, yo me he gozado las procesiones en Madrid o Sevilla", cuenta García, quien mañana estará junto a su amiga Mariceli a pie de procesión en Agaete. Antes, las tres ya habían estado acompañando a la Virgen María Santísima de Los Dolores de Triana, cuya comitiva partió de la ermita de San Telmo. "Esto es que es algo que lo siente uno y a mí me encanta", apunta Oliva, que no ha vivido la Semana Santa fuera de la Isla, pero conoce bien cómo se vive en otros lugares de la Península porque graba lo que emiten por televisión.

Entre los presentes también los hay que quieren inmortalizar el momento y con el móvil en la mano siguen el movimiento de las figuras hasta que se pierden por las diferentes calles. Los más pequeños aprovechan la altura de sus acompañantes más mayores y, sobre los hombros, disfrutan de unas vistas privilegiadas. Si bien algunos prefieren entretenerse mirando los dulces que ofrecen el par de ventorrillos que están apostados en la plaza de Santo Domingo de Guzmán. Allí también están Alejandro Amador, Carmen Rojas y René Toledo. Ellos son algunos de los rostros más jóvenes de la velada a la que asisten movidos por su fe, principalmente, pero también porque "acuden a todos los eventos relacionados con la tradición", explica Toledo.

Mientras la música se oye cada vez más lejana, Paco, a quien "todos" conocen por el Sevilla, aguarda unos minutos antes de seguir su camino. Granadino de nacimiento, pero "isleño de corazón" después de 58 años en Gran Canaria, quiere dejar constancia de que él no participa activamente en las procesiones porque "las hermandades son unas usureras y piden dinero", aunque le gusta mucho verlas. Este año, "con el cambio de hora", se perdió una de sus preferidas, "la de la borrica", porque se quedó dormido. Al igual que el Sevilla, muchos devotos toman rumbo hacia la plaza de Santa Ana, donde otros tantos llevan rato posicionados para tener las mejores vistas del momento más esperado: el encuentro entre el Cristo de la Cruz a cuestas, San Juan, María Magdalena, La Verónica y Nuestra Señora de Los Dolores de Vegueta, que se produjo en torno a las diez de la noche.