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Aquí la Tierra La construcción de la naturaleza

Cultiva el saber

Los estudiantes plantan árboles como el drago, el acebuche o una sabina de 2 metros Un profesor y un conserje del Instituto de Enseñanza Secundaria Guanarteme han realizado junto a los alumnos, y con apoyo de padres y enseñantes, un jardín en una ladera, sorprendente por el uso ornamental de las plantas autóctonas.

Cultiva el saber

Hay pétalos morados porque es tiempo de florecimiento de la salvia canaria. El tajinaste ya lo hizo y el guaydil concluye ahora su ciclo. Siempre, además, hay notas azules, amarillas, blancas y anaranjadas del jorao, la magarza, la siempreviva, el pico de paloma y la lavanda, pues se cuida que en cada estación haya flores para contemplar. Entre estas plantas hay otras, todas autóctonas e incluso endémicas de Canarias, que conforman este jardín del Instituto de Enseñanza Secundaria Guanarteme. Construido en el exterior del edificio, en una ladera de cien metros de largo por cuatro de ancho, el recinto es una rareza en el espacio público de Las Palmas, en el que casi todas las plantaciones ornamentales se hacen con flora exótica. El jardín ofrece delectación estética a los vecinos y los paseantes ocasionales que transitan por esta parte del barrio de La Minilla. Pero cumple también una función pedagógica. Al fin y al cabo ha sido realizado durante los últimos cuatro años por estudiantes, dirigidos por el profesor de Biología Sergio Cabrera García, con la colaboración del conserje, Ramón Santana Cabrera, y otros miembros de la comunidad educativa.

La franja tiene dos escalones cuyo riego se realiza mediante mangueras sufragadas por la asociación de padres y madres de alumnos del centro, situado en la calle Pintor Juan Guillermo. En el nivel superior, detrás, hay arbustos y árboles como palo de sangre, balo, drago, acebuche, almácigo y lentisco, además de una sabina de dos metros y medio. Situados en el escalón inferior, delante, crecen matos pequeños de lavanda, jorao y magarza, entre los que se intercalan rítmicamente arbustos de tajinaste y guaydil. La salvia florece en el borde del muro, los escarpes están cubiertos por plantas trepadoras y rastreras como el corazoncillo y el pico de paloma -la Lotus Bertheloti- que retienen el terreno cuando llueve, mientras que en los laterales los tarajales protegen del viento.

"La intención es que el alumnado conozca las plantas canarias, que las plante y las vea crecer", explica Sergio Cabrera, mientras toca con delicadeza un palo de sangre que tiñe sus dedos de rojo. Con Cabrera han colaborado también su compañera de departamento Tomy Navarro y otros profesores del instituto, en tanto que las semillas han sido aportadas por el Jardín Canario, el vivero que el Cabildo tiene en Tafira y el que un matemático amigo, José Agustín Álamo, tiene en Guía.

Si la pasión botánica de Sergio Cabrera es un agente indispensable en la germinación del jardín, otro es el entusiasmo de Ramón Santana Cabrera, el conserje, que vive en el instituto y se desvive por las plantas. "No tengo días libres para él, dice Santana, me da lo mismo un día que otro para cuidarlo y quiero que todo el mundo lo mime". Santana aprovecha al respecto el encuentro con el reportero, para pedir a los dueños de los perros que eviten que estos orinen en el jardín.

Mientras Cabrera y Santana conversan con este periódico, en el centro entra un grupo de alumnos que se detiene un instante para recordar con orgullo como intervinieron en la plantación. Igualmente los vecinos sienten que el jardín mejora la zona. Uno de ellos es Flora Pescador, profesora de la Escuela de Arquitectura de Las Palmas y arquitecta paisajista con recorrido internacional. "En Las Palmas, por lo general, comenta, las plantas canarias no se usan para efectos de jardín. Hay jardines muy bonitos, pero casi todos están hechos con especies exóticas". Pescador, que sigue la metamorfosis del jardín a lo largo de las estaciones, comenta que "se nota que quienes se ocupan de él saben lo que hacen".

Vegetales y humanos no son los únicos seres vivos vinculados al jardín. El poder atractivo de algunas de sus plantas convoca a abejas y abejorros que polinizan. Hay también escarabajos que mezclan y mejoran la tierra y hasta mariposas monarca, cuyas larvas crían Sergio Cabrera y Ramón Santana en el vivero que han habilitado en el interior del instituto para soltarlas luego en el jardín. Algunos lagartos han hecho igualmente de esta lengua cultivada su hábitat y, así mismo, la presencia de los insectos hace que revoloteen por aquí pájaros como el mirlo, el mosquitero, el canario y el caminero.

Criado en Guanarteme, Sergio Cabrera conoce bien esta zona pues el arenal, que en tiempos se extendía desde las faldas de La Isleta hasta La Minilla, fue uno de sus territorios de juego predilectos. Con el desarrollo urbanístico desaparecieron del área especies autóctonas como el verode y la tabaiba, que los profesores, el conserje y los estudiantes han incorporado al jardín con otras especies propias de arena y de costa como el amulei y el perejil de mar. Y, si bien, la reducción del arenal a una pequeña área en La Minilla es irreversible, las autoridades correspondientes pueden hacer algo para recuperar su vegetación. "Bastaría con que retirasen los escombros, dice Cabrera. Se recuperaría sola con la dispersión de las semillas del jardín".

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