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El lavado de cara de San Nicolás de Bari

El lavado de cara de San Nicolás de Bari

El verano es buena época para resolver alguna chapucilla del hogar. Y así lo han entendido los vecinos del risco de San Nicolás, que cansados del olvido que sufre el barrio decidieron hace uno días encalar la ermita de San Nicolás de Bari, que junto a un árbol centenario y una fuente conforman uno de los rincones más pintorescos del barrio, a escasos metros del centro histórico de la capital. El edificio religioso, construido en 1696 por el capitán y prestamista Juan de Matos, luce desde ayer una cara más limpia.

El operativo comenzó a las ocho de la mañana para que el calor no apretara a la quincena de pintores voluntarios que participaron en el encalado del edificio religioso, en honor a San Nicolás de Bari, un obispo del siglo IV -conocido también como Papá Noel- cuya festividad se conmemora el 6 de diciembre.

Carmen Santana, vecina del risco, explicó ayer que la iniciativa surgió entre un grupo de personas habituales de la parroquia y poco a poco se fue animando el resto del barrio. "Cada vecino ha aportado el dinero que ha podido y entre todos se compró la pintura, las brochas y unas chuletitas para los muchachos", añadió.

La cuadrilla de pintores la formó Pancho, un vecino del risco que en su día trabajó en la construcción. Él fue el encargado de componer el grupo que a brocha y rodillo han dejado como nueva la fachada de la coqueta ermita, que guarda un interesante artesonado de madera, y sin dejar un goterón en las aceras.

Asadero

La iniciativa popular ha unido al risco de San Nicolás, uno de los lugares de la ciudad que aún guarda su esencia a pesar de encontrarse a escasos metros del casco histórico y de sufrir el abandono municipal. La misma cuadrilla de pintores festejó la obra con un asadero a las mismas puertas de la parroquia.

La ermita, que fue levantada para que los vecinos; que entonces habitaban en casas-cuevas, pudieran asistir a misa ya que por su condición humilde no acudían a la Catedral, tiene una sola planta rectangular y un techo a dos aguas. Las dos puertas está rematada sobre un arco de medio punto, decorado con piedras de cantería.

Como dato curioso, hay que resaltar que a ella acudían hasta el siglo XIX los parroquianos que buscaban la lealtad del cónyuge.

Cerca de la misma se halla una fuente, reconstruida por una entidad bancaria, en recuerdo de la que existía antiguamente y a cuyos cayos los vecinos iban a coger agua. La nueva fuente se instaló hace años, pero confiesan que nunca ha salido agua de ella.

Los residentes señalan que muchos turistas se acercan hasta el barrio para conocer la ermita -solo está abierta los lunes- antes de perderse por el risco y recorrer sus empinadas calles, algunas de las cuales tiene una peculiar vista de la ciudad y de la bahía.

El encalado de la ermita de San Nicolás de Bari ha sido una bocanada de aire fresco para los residentes del risco, que se sienten abandonados por las instituciones públicas a pesar de que hace unos meses se abrió cerca de ellos el castillo de Mata como Museo del Mar y la Ciudad y de que en 2011 hubo un empujón para remodelar el mismo con motivo de que Las Palmas de Gran Canaria se presentaba para ser elegida Capital Cultural Europea 2016. Un proyecto que quedó en agua de borrajas en cuanto San Sebastián fue elegida para ello.

"Ha sido una muestra de la unidad del barrio", indicaba esta vecina, que confía en que se pongan en marcha nuevas iniciativas populares o municipales para recuperar la ilusión de los residentes y para que el barrio salga del olvido en el que está inmerso desde hace tiempo.

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